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Los jóvenes, deslumbrados por las armas

Chiapas
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Desde la guerra declarada contra el narcotráfico por el expresidente Felipe Calderón, Chiapas no había resentido hasta ahora las secuelas de las disputas territoriales por grupos del crimen organizado como ya ocurre a partir de julio de 2021.

Tras la ejecución del Ramón Gilberto Rivera Beltrán –heredero de la plaza que le dejó su padre Gilberto Rivera Amarillas, Tío Gil o El Señor de la Frontera Sur– y sus guardaespaldas el 7 de julio de 2021 en Tuxtla Gutiérrez, los chiapanecos viven una escalada de violencia que ha dejado decenas de asesinatos y desaparecidos.

Un fiscal de justicia indígena, un periodista, un líder ganadero y un presidente municipal son algunas de las víctimas de esos crímenes, entre una larga estela de asesinados en esta narcoviolencia que cumple ya 11 meses.

Una de las zonas más violentas es la ahora llamada “carretera de la muerte”, que va de La Trinitaria a Frontera Comalapa, para ser precisos a la altura de Chamic, en la que dos grupos armados han mantenido una disputa por el control de ese territorio donde empieza uno de los principales corredores de todo tipo de actividades ilícitas que se cometen entre Chiapas y Centro y Sudamérica. 

Fue en ese tramo de la muerte donde fueron hallados dos de los presuntos responsables materiales del homicidio del periodista Fredy López Arévalo, asesinado el 28 de octubre de 2021 al sur de San Cristóbal de Las Casas. Ahí mismo, dos meses atrás (el 10 de agosto de 2021) fue ejecutado a tiros también el fiscal de Justicia Indígena de la FGE, Gregorio Pérez. 

El líder de los ganaderos en la región Palenque, Audumaro Martín Lara Lastra, fue asesinado en su rancho el 5 de mayo pasado. También fue ultimado el presidente municipal de Teopisca, Rubén de Jesús Valdez Díaz, el 8 de junio pasado. Semanas atrás había sido avistado un convoy de 14 camionetas con hombres armados. 

Y llegó la narcoviolencia

En Chiapa de Corzo, el 9 de mayo último, cerca del Aeropuerto Ángel Albino Corzo, en la Colonia La Aurora, fueron hallados los cuerpos de cuatro personas asesinadas, dos de ellas con las manos atadas y dos más desmembrados y en bolsas negras. En Benemérito de Las Américas fueron ejecutadas cuatro personas el día 21 del mismo mes. Pero la violencia se ha expandido a otros lugares, como Cintalapa, Jiquipilas, Ocozocoautla, Tapachula, Comitán, en municipios de la Costa del estado. 

El investigador chiapaneco del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS) de Xalapa, Veracruz, Saúl Moreno Andrade, dice que la narcoviolencia tardó en llegar. pero ya alcanzó a Chiapas.

Lamentablemente, la criminalidad ha permeado hacia el sector joven de la población, y los los grupos delictivos han encontrado ahí la manera de hacerse de un ejército propio. 

Aunque Chiapas ha vivido sumido siempre en la violencia, dice el investigador, en la historia reciente hemos pasado de una violencia ideológica y de justicia a una violencia criminal, cuyo objetivo es la ganancia económica. 

Moreno Andrade resume que Chiapas es el fiel reflejo de lo que pasa en todo el país, con varias guerras al mismo tiempo en las que participan grupos con muy diversos intereses políticos o económicos. 

El sacerdote Marcelo Pérez Pérez, adscrito a la Diócesis de San Cristóbal de Las Casas, y sobre todo un activista defensor de los derechos humanos, ha vivido perseguido y amenazado. En entrevista cuenta que ha podido palpar la violencia de cerca en los pueblos y comunidades de Chiapas. 

La situación que se vive en Chiapas fue tema de la Asamblea Diocesana 2021 celebrada el 14 y 15 de diciembre pasado, en la que uno de los acuerdos tomados y firmados por el obispo Rodrigo Aguilar Martínez y el obispo auxiliar Luis Manuel López Alfaro fue “la contrucción de una pastoral para la paz”. 

Por ello, por vez primera se nombró directamente la justificación en el acuerdo diocesano, “ante la violencia del crimen organizado”. 

En San Cristóbal de Las Casas, el padre Marcelo encabezó el jueves 16 (de Corpus) una procesión por la paz en Chiapas. Y, al igual que lo hace él, en Chicomuselo el párroco y miles de feligreses realizaron el pasado fin de semana otra peregrinación por la paz en Chiapas. 

Al padre Marcelo le preocupa que los jóvenes se deslumbren por las armas, el dinero, las drogas, pues, dice, ellos son las primeras víctimas del crimen organizado. Desde su fe y su parroquia en San Cristóbal seguirá promoviendo el rescate de los valores y que los jóvenes no se vayan por ese camino, afirma. 

La violencia en Chiapas también alerta a las organizaciones civiles que trabajan en la entidad. Apenas el sábado 4, en el marco del día de la “Niñez víctima inocente de agresión”, la Red por los Derechos de las Infancias y Adolescencias en Chiapas, con sede en San Cristóbal de las Casas, expresó su preocupación por la agudización de la violencia armada y sus impactos negativos en la vida e integridad de niñas, niños y adolescentes en la entidad.