Cae el turismo por la violencia en Chiapas
El asesinato de Mario Gómez Sánchez, el corresponsal del periódico El Heraldo de Chiapas, de Tuxtla Gutiérrez, se suma a la ya de por sí grave imagen de extrema violencia e inseguridad que se vive en el Chiapas del gobernador-senador-gobernador, Manuel Velasco Coello.
Un crimen condenable desde el ángulo que se le quiera ver, el del representante en la apartada comunidad de Yajalón, en el norte de la entidad, por la tarde del viernes 21 de septiembre, cometido por un experto en disparos en movimiento, ya que de los cuatro balazos que hizo con una pistola 9 milímetros, todos se incrustaron en el cuerpo del comunicador, causándole la muerte.
Noticia que a pesar de la lejanía donde ocurrió, ha hado la vuelta al mundo, como parte de la imagen de un Chiapas sumido en la barbarie, que aunque aislada en el caso específico de un modesto reportero, impacta mediáticamente y su suma a la lista interminable de más de 100 periodistas asesinados en México desde el año 2000.
De nada sirve la condena de quien no ha sabido y menos podido gobernar un estado en manos de grupos de poder dominado por la delincuencia organizada o política, que actúa con toda impunidad.
Gómez Sánchez había sido amenazado de muerte en 2016 por un supuesto connotado integrante de la clase en el poder, como en su momento se acreditaría en el acta correspondiente, que personalmente atendió el fiscal General Raciel Salazar López, como se haría constar en una foto donde aparece con el occiso.
Sin embargo, pareciera que no se daría importancia a la denuncia, pues como dice la canción de Los Tigres del Norte, “nunca más se supo nada”, presumiéndose que haya sido archivada en el lugar común de los olvidos.
Llama la atención, que siendo tan cuidadoso de tales detalles, al tonalteco responsable de la seguridad estatal, haya pasado por alto la petición de protección a su vida por parte del comunicador denunciante, que pasados dos años resultaría víctima de la venganza de alguien o de algunos que lo querían tres metros bajo tierra.
Cabe la obligada pregunta ya no solamente al fiscal Raciel López Salazar, sino al mismo gobernador Manuel Velasco Coello, de ¿porqué si existía la preocupación de por medio del corresponsal, no le otorgaron las medidas de seguridad más elementales para salvaguardar su vida?
Tal vez, supongo, nada más fue la instalación de la cámara de video que grabó segundo a segundo los momentos en que se cometería el atentado, tal vez para tener constancia del mismo y de las imágenes de los agresores, pero nada de presencia policial.
Tal vez por eso su inmediatamente desplazamiento en helicóptero hasta el distante Yajalón, junto con autoridades de la Procuraduría General de la República, para personalmente dar inicio a las averiguaciones, no sin antes anunciar su compromiso de dar a como dé lugar con los responsable y aplicar todo el peso de la ley.
Pero eso no revivirá a Mario Gómez Sánchez, que deja a una viuda y a hijos menores en la orfandad y en el desamparo.
Como tampoco ayuda a la imagen del Chiapas seguro que el secretario de Turismo, el empresario hotelero Mario Uvence, ha difundido para el turismo nacional e internacional, en los casi seis años recientes, mientras su jefe del gobernador se la ha pasado en apoyarse en ese discurso para proyectar ambiciosamente la propia, hasta llegar a los extremos actuales, en lo que por su terquedad de seguir vigente, ahora en la política nacional, el saldo en contra es grave al incrementarse los niveles de ingobernabilidad.
Son ya muchas las quejas y las denuncias en las redes sociales de turistas nacionales y extranjeros, sobre todo europeos y estadounidenses, que han empezado a amenazar que aunque Chiapas tenga bellezas naturales únicas en el mundo, como las Cascadas de Agua Azul, nunca más regresaran, dado el riesgo que tuvieron que enfrentar en las carreteras donde o fueron desvalijados de pertenencias o de plano obstruidos en los caminos por grupos de indígenas que se han convertido en asaltantes impunes, por obra y gracia de su sistema de usos y costumbres, que los hace intocables.
De nada han servido los demasiados millones de pesos utilizados para promocionar a Chiapas como uno de los mejores destinos turísticos de México, en Tianguis dentro y fuera del país, como los europeos en España y Alemania, si en el territorio chiapaneco impera la ley de la selva, a cargo de minorías de grupos indígenas que a diario y a toda hora han retado y siguen retando a la autoridad estatal y federal.
Incontables son las historias de turistas extranjeros de muchas nacionalidades, que han sido y siguen siendo víctimas de los abusos de quienes por el hecho de ser indígenas los roban o vejan a bordo de sus autobuses e incluso los secuestran llevándolos a lugares apartados, sin que nada ni nadie intervenga para imponer la ley.
Nadie los toca, ni sus autoridades indígenas, menos las municipales, estatales o federales. Los soldados del ejército mexicano se abstienen y sólo observan y menos los policías federales, que nunca se aparecen por las carreteras donde se cometen los ilícitos, en tanto las demás parecieran ser cómplices por su indiferencia frente a los ilícitos.
Nos estamos quedando sin turismo, pero Mario Uvence no lo acepta y sigue son su perorata de siempre de que todo está en orden y que flujo de visitantes es cada vez mayor como la derrama económica, que ya los empresarios turísticos de la entidad han empezado a cansarse de ser cómplices de la mentira, pues son los más afectados por la actual crisis de inseguridad y violencia que se vive en los principales lugares turísticos de fama internacional.
Tan mal las cosas, que hasta los propios habitantes de Palenque o Pichucalco, prefieren tomar la ruta Villahermosa-Cárdenas-Huimanguillo, en Tabasco, para viajar a Tuxtla Gutiérrez, San Cristóbal y Comitán, en lugar de utilizar las carreteras chiapanecas, por temor a los bloqueos, las extorsiones o de plano los asaltos de los nativos.
El colmo, se ha dicho, que para que los chiapanecos del norte del estado visiten su capital y en general el centro y costa, se ven obligados a salir y transitar por Tabasco, para volver a entrar a Chiapas para visitar su propia tierra.
Resignación de los chiapanecos norteños, que se vuelve repudio a la conducta frívola de Manuel Velasco Coello, al que califican de inmaduro, incapaz, irresponsable y desbocado en sus ambiciones personales que ha antepuesto al interés de quienes llegaron a creer en sus compromisos de campaña firmados ante notario público, imitando a su ahora compadre Enrique Peña Nieto.
Se trata no solamente de la caída de la imagen de Chiapas como destino turístico, sino de quien se ha convertido en burla del resto del país por la forma en que ha manipulado la Constitución chiapaneca a su favor y pisoteado la Carta Magna de México, en sus lides trapecistas de gobernador a senador y de senador a gobernador hasta el 8 de diciembre, en que otra vez pasando por encima de la ley, ocupará la curul que el sistema le ha regalado por los beneficios logrados a favor del ahora presidente electo Andrés Manuel López Obrador, quien no ha dudado en corresponderle a través de Martí Batres y el “hermano” zacatecano Ricardo Monreal.
El asesinato del corresponsal de El Heraldo de Chiapas, Mario Gómez Sánchez, viene a ser en los tiempos finales de Manuel Velasco Coello, la puntilla a una administración que nunca supo responder las justas demandas de los chiapanecos, convirtiéndose en un encantador de promesas, que ha superado con creces a sus antecesores, su compadre Juan Sabines Guerrero y a su hacedor inicial, Pablo Salazar Mendiguchía.
Pronto quedarán solamente los tristes recuerdos de quien tenía todo para ser uno de los mejores gobernadores, pero …..
SI NO QUE SE DEMUESTRE LO CONTRARIO...