Baruch Spinoza (1632 1677) afirmó en su tiempo “no reír, no llorar, no detestar, sino entender” En efecto desde hace una semana no he escuchado más que lamentos y condenas sobre el triunfo de Trump, pero ninguna explicación plausible sobre el hecho.
Para las agencias de estudios de opinión que se equivocaron y que todavía hablaban de un 3 a un 6 % de ventaja de Hillary en la mañana del martes, al comenzar los conteos de la costa Atlántica, comenzaron a palidecer y a negar que los datos que desfilaban ante sus ojos fueran posibles. Los comunicadores no daban crédito al resultado, pero lo único real fue que a las 2 de al mañana de México ya había Trump ganado el numero de 279 votos que rebasaba los 270 necesarios.
Después los seudo analistas lanzarían al aire toda clase de idioteces y quejas para negar la evidencia y no faltó uno que ignorando las reglas del sistema electoral norteamericano, afirmó que Hillary había ganado la mayoría de los votos, ignorando que el sistema electoral es indirecto y está basado en que el ganador de cada entidad se lleva la totalidad de votos, pues no hay reparto proporcional, y eso lo sabe en Norteamérica desde los escolapios hasta los mejor informados, pero entonces ¿qué pasó?
Donald Trump no es sólo un nombre que es una marca registrada, ni hay que confundirlo con un tipo loco o tonto. Comencemos con lo que representa: es una personalidad autoritaria, creyente en sus valores de superioridad, producto de una educación que lo tuvo sometido a reglas estrictas basadas en el castigo, represión y exclusión, por lo que su agresividad la descarga sobre grupos a los que previamente ha definido como inferiores, por lo que es discriminante y excluyente, lo que deriva a un sujeto racista, sexista, prepotente y dominante sobre los que le interesa ejercer su poder y en eso no hay engaño pues todo el mundo lo sabíamos. Pero es también la imagen del macho cabrío que tiene junto a él a una muñequita, rubia, blanca y calladita, junto con sus hijos que siguen al pie de la letra la voluntad del padre. Por lo que además de ser multimillonario, enlaza la visión del triunfador, pues nadie cuestionara sus medios, así sean del todo ilegales.
Creada la figura este personaje encarna también la aspiración de muchas gentes que se identifican con Trump y piensan que ese sujeto piensa igual que ellos, aunque sea la imagen la que busca ser identificada e impuesta al receptor. De esta forma el candidato surge también en la medida en que representa a una elite que se encargó de lanzarlo como un producto de mercadotecnia política.
Ahora bien, el candidato requería formarse una imagen propia y surge en el momento en que el marco de la política norteamericana está carente de liderazgo, decepcionada de Obama y temerosa de la entrada de otro Clinton a la Casa Blanca, lo que se une al desencanto de los discursos reivindicatorios de hace 8 años, cuando las masas migrantes y empobrecidas esperaron durante 8 años una reforma migratoria que nunca llegó. Los pacifistas querían salir de inmediato de las guerras, pero que aún hoy continúan y se extienden. De un sistema de salud barato y accesible a las minorías, de oportunidades educativas y de trabajo que nunca llegaron a estos grupos y hoy están decepcionados de todos los políticos y los partidos.
Por eso Trump se deslindó de su propio partido, de los ex presidentes y del propio Obama, algo inusitado en toda la historia norteamericana. Se alejó también de los periódicos, de la radio y la televisión, pues ellos no eligen y se expandió a través de Twiter y de mensajes ácidos y críticos a toda la clase política. Lo que le permite ahora no tener que deberle ningún favor a cualquier figura de las mencionadas. Junto a las criticas para los Clinton que le mereció el apoyo de vastos sectores del grupo de los WAP´s, siglas de blanco, americano y protestante. Lo que representa que ellos eligieron a Donald, pues se identificaron con su personalidad autoritaria, a la que vieron como una tabla de salvación frente al terrorismo y la inseguridad que ya es manifiesta en el mundo, sin embargo aunque estos grupos son muy numerosos eran aun insuficientes para ganar.
Para ello creó un equipo de profesionales con el objetivo de lograr mayoría en estados claves, como fue el caso de Florida, Georgia y Texas, donde uno de esos expertos encargados de atraer el voto negro y de latinos de nombre Luis Quiñones, explicó en una entrevista a la Televisora RT, cómo fue posible hacerlo. La maquinaria electoral de Trump partió de la posición contraria a los demócratas en el sentido que el voto latino y afroamericano eran demócratas y serian decisivos para ganar, lo cual fue un error garrafal, pues resultó del todo falso.
La Metodología empleada por el equipo partió de premisas diferentes: el voto a favor de un candidato no está en relación con la raza, sino con su posición frente a otros grupos sociales. Por eso había que diferenciar entre los latinos a los puertorriqueños, a los cubanos, a los mexicanos, a los caribeños, centroamericanos y del cono sur por países. Se observó también que la violencia preelectoral hacía imposible que una voz disidente se produjera, sin ser atacada, así fuera demócrata o republicano. Por lo que trabajaron sin mostrar partido y visitaron 14 millones de hogares, ahí distinguieron entre los grupos latinos que tenían como lengua única el ingles dentro de su casa, de aquellos que no tenían ese atributo, pues los primeros eran votantes potenciales, pero los segundos no, por su constante movilidad geográfica que les impediría votar, además de mantener sus lazos familiares con su lugar de origen.
Del mismo modo se diferenció a la población de color, por nivel educativo, por tener ocupación duradera, por nivel socioeconómico y se encontró que en los niveles más bajos de ingreso, que viven en barrios peligrosos, la tendencia a la abstención crece y por tanto no salen a votar, lo que significó la perdida de miles de votos, pues nadie volvió a creer en las promesa de hace ocho años, cuando hasta los marginales fueron llevados a votar por Obama, pues ofrecía, paz en tres meses, seguridad, empleo y reformas significativas y que a lo largo de su gestión no cumplió. En cambio a los de ingreso mayor y con expectativas se identificaron con Trump que les ofreció medidas represivas contra todo lo que los intranquilizaba y como garantía se les pidió que su voto no fuera develado sino secreto. Todo esto alteró el resultado de las encuestas de opinión que en el mejor de los casos midieron popularidad, pero no intención de voto.
Lo demás fue aprovechar situaciones como las que le brindó Peña Nieto, el único presidente latinoamericano que recibió un candidato como jefe de Estado, pues recuerden como llego Donald y se fue reafirmando su hegemonía con lo que fue creciendo su imagen, pues habló con un lenguaje diferente al de los políticos y los diplomáticos, pues fue directo y amenazante y a partir de ahí su popularidad entre esos sectores se incrementó. Quiere decir que nos engañaron con la verdad y nos desengañaron los hechos que no teníamos este escenario previsto.
Hoy en día nuestra preocupación es que estamos frente al presidente electo del país más poderoso del mundo, que tiene mayoría en las dos Cámaras, que propondrá a un miembro mas de la suprema corte de filiación ultraconservadora, que esta aliado de mas de 200 generales y almirantes de alta graduación, que tiene influencia sobre sectores financieros e industriales de primera línea y que ha hecho su dinero con el humo de los casinos y los resorts mas exclusivos además de tener presencia de negocios en 21 países del mundo, incluida Rusia, por tanto las reglas serán otras y los actores diferentes.
No me cabe duda que Trump es un gánster y no pongo en duda que haya ganado y lo lamento, pero eso no resuelve, ni explica nada, esa campaña debe haber costado millones de dólares, pero el resultado es lo que importa, aunque deje tras de si una nación dividida, pero así llego Mussolini, Hitler y Stalin, en medio de vacíos y crisis que fueron aprovechados por bribones y en todos ellos hay un principio común fueron personalidades autoritarias.
