Cualquiera pudiera decir que un buen presidente tiene garantizada la reelección y sólo quien llegó al extremo del desprestigio no podrá volver a ocupar esa posición. Esos son buenos deseos pero la terca realidad es diferente. Para comenzar la ideología o la popularidad ya no incide mayoritariamente en la selección; segundo hay un error muy común de considerar que en Estados Unidos los blancos son republicanos y los negros y latinos son demócratas, esa es una falacia y la demostró Trump porque en la pasada elección muchos votos de esas minorías fueron a su favor.
Entonces veamos los resortes que mueven al electorado en esa nación. Para comenzar indicadores tales como el nivel de empleo, la tasa de inflación, los índices de la actividad económica, la tasa de interés bancaria y el porcentaje de impuestos a pagar. Al mismo tiempo el electorado hace una reflexión sobre sus status hace cuatro años y el actual en términos de satisfacción. Como podemos apreciar cada uno de estos indicadores es crucial en el momento de la votación, porque lo que reflejan estos indicadores en la vida diaria es saber si tiene empleo en ese momento, el nivel de satisfacción con el mismo, la tasa de interés sobre créditos y la posibilidad de cumplir con sus expectativas de crecimiento personal.
El segundo plano es reconocer que hay masas marginales cuyo comportamiento político va dirigido siempre a la abstención, bien sea el caso de minorías religiosas, o de núcleos que por ser marginales en el ámbito económico no son susceptibles de movilización y por último hay masas migrantes que por no estar legalmente en el país no pueden acceder al voto. Esta masa marginal es significativa y se podría añadir a la lista de los que tienen preferencia por alguna causa como por ejemplo los ecologistas, quienes en la pasada elección obtuvieron un porcentaje mínimo, pero que sumado a los demócratas hubiera significado el triunfo en algunos estados claves de la Unión.
El tercer nivel es la situación económica global, en ella la posición que jueguen en ese momento los Estados Unidos será vital, en ese punto los norteamericanos son claros antes que demócratas o republicanos optan por su seguridad. De esta manera presidentes con un considerable prestigio interno al presentarse la coyuntura cayeron de la preferencia y no pudieron reelegirse. Carter frente a la crisis petrolera a nivel mundial en un momento en el que se producía la crisis de los plagiados en la embajada en Teherán y con el surgimiento de Polonia con el caso de Solidaridad lo que permitió que la línea dura representada por Reagan llegara e impusiera una nueva política económica de corte neoliberal, que para los propósitos de la recuperación logró sus propósitos.
Otro caso fue el de George Bush padre en un momento en el que no pudo contener a la industria automotriz japonesa que destruyó Detroit sin necesidad de una bomba atómica. Para lo cual Billy Clinton solo impulsó una frase que hizo suya la mayoría del electorado: “es la economía estúpidos”.
De la misma manera la continuidad del mismo partido no es automática, sí el presidente saliente no logra impactar en la visión de futuro. Los casos de Al Gore y Hillary Clinton son ilustrativos, pues ganaron por mayoría, pero lo que cuenta es que el sistema Norteamericano son los votos electorales que tiene cada Estado y bajo esa lógica tanto George W. Bush como Donald Trump supieron explotar este filón y arrasaron territorialmente.
Queda un caso pendiente, el de las elecciones donde en 1948 compitieron el presidente interino Harry S. Truman del Partido Demócrata contra el prestigiado juez que combatió a la mafia Thomas E. Dewey, la distancia electoral entre ambos era enorme a favor de este último al grado de que todas las encuestas habían proclamado como ganador absoluto al republicano. Sin embargo, dos días antes Truman hizo un acuerdo con las grandes cofradías de los sindicatos y decretó un aumento de emergencia y como resultado la masa electoral se volcó a su favor. Igual ocurrió con la competencia entre Nixon y Kennedy donde el primero era el vicepresidente y el segundo parecía que no podría contener al primero. Bastó una alianza con esos sindicatos y se habla de un fraude mayúsculo, pero Kennedy por un porcentaje mínimo llego a la presidencia, el problema fue cuando no pudo pagar lo que la mafia demandaba, pues el costo fue su vida.
Pero falta aun un punto oscuro de las elecciones norteamericanas y es el papel de la elites que no solo operan a nivel de Norteamérica sino que tienen como referencia el mundo. En este sentido nunca se ha aclarado el papel de Rusia en la elección de Trump. Como hoy China ha disminuido sus ataques frontales contra esta administración que le declaró la guerra comercial al gigante asiático, como si esperara negociar con otra figura que lo mismo puede ser de cualquiera de los dos partidos, pero eso si con Donald, nada.
En fin, la carrera del 2020 se ha iniciado, Trump con su brutal ostentación trata de enfrentar con balandronadas al mundo y ridiculizar a sus adversarios, pero pocas veces se ha visto que en las filas del partido del presidente en turno al buscar la reelección se presenten candidatos alternos y eso ya ocurrió en la actual lucha, pues hay la presencia innegable de varios senadores que aspiran a esa posición.
Volvamos pues al punto de partida, hoy la mercadotecnia política a un costo altísimo busca vender una imagen ficticia que se desvanece al día siguiente de la elección donde sólo queda basura electoral. Como vemos el mundo de hoy vota por los bolsillos y la promesa suena excitante cuando se crea una sobreoferta superior a la capacidad institucional, pero por el momento surte efecto la ilusión, el problema es cuando hay que pagar los costos y es entonces cundo la clientela de ayer se vuelca contra los que con engaños lo llevaron a decidir de manera equivocada y la resultante deriva en violencia e ilegitimidad.
Como podemos ver las elecciones en Norteamérica tienen una dinámica distinta de las de Mexico fundadas en el clientelismo, pero esa variable hace aquí que la alianza de ayer se desgaste en el poder y día a día se merme hasta que el carisma se rutinice y es el momento en el que el solitario en Palacio termina abandonado como sombra hasta el último día de su mandato.
¿CÓMO SE GANA UNA REELECCIÓN EN EUA?
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