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CÓDIGO NUCÚ

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Privatizar el agua, fin único

Aproximadamente cada 20 años el consumo mundial de agua se duplica. A la fecha, según datos de la Organización de la Naciones Unidas (ONU), más de mil millones de personas sufren carencias de acceso al agua potable. La tendencia parece no disminuir y las corporaciones multinacionales y el arribismo político lo saben. El negocio es redituable, aunque en ello vayan puestas -para la devastación y el aniquilamiento del futuro- la soberanía nacional y los derechos de los ciudadanos.

 

Monsanto (principal productora de transgénicos en el mundo) es un claro ejemplo del acaparamiento de la agroalimentación y la ambición desmedida, pues no conforme con atesorar más del 90 por ciento de las semillas, en muchos lugares se ha apropiado de sistemas de agua para forjar una dependencia obligatoria a los gobiernos. Su bandera es el control corporativo y le funciona. Es más, trasnacionales como Cargill, Nestlé, Unilever y la misma Coca-Cola lo han hecho también a su manera. Esta última en San Cristóbal de Las Casas con la venia de las autoridades municipales y el cobijo de las dependencias encargadas de cuidar el medio ambiente (que son un mal chiste) que le han permitido apoderarse de los manantiales.

Así, el agua se ha vuelto un negocio redondo y todos quieren participar. Recordemos que desde el 2003 el Banco Mundial (BM) cobijó una política de privatización del agua. Con ésta se estipuló, de forma alevosa, un costo que ya ha pasado facturas en varios países con problemas de pobreza y pobreza extrema: México, uno de ellos, donde el desabasto del vital líquido se ha vuelto uno de los enormes problemas a los que los políticos hacen oídos sordos.

Por años, las empresas han buscado pactar acuerdos arbitrarios donde el objetivo primigenio es la privatización del agua que, hay que recalcar, surge como una medida con la que las compañías buscan expandir su margen de ganancia a costa de la necesidad del ciudadano y el entreguismo gubernamental. Las experiencias privatizadoras han sido negativas por donde se les vea. Maude Barlow, activista y escritora canadiense, contaba en una conferencia el caso de la compañía Bechtel Enterprises de San Francisco, en los Estados Unidos, misma que fue contratada para hacerse cargo de la empresa de agua de Cochabamba, luego de que el Banco Mundial exigiera a Bolivia que la privatizara. Lo curioso fue que cuando Bechtel comenzó a aumentar el precio del agua, la ciudad hizo una huelga. ¿El resultado? Los militares asesinaron a un joven de diecisiete años y arrestaron a los líderes huelguistas de los derechos del agua. Pero la lucha no cesó y tras cuatro meses de disturbios, el gobierno boliviano sacó a Bechtel de Cochabamba.

Chiapas ahora se encuentra en la misma encrucijada inicial de querer entregar el agua al control extranjero, con supuesta coinversión de algunos “empresarios” locales. El Ayuntamiento capitalino, en manos de Fernando Castellanos Cal y Mayor, busca -bajo negociaciones turbias- entregar el control del Sistema Municipal de Agua Potable y Alcantarillado (Smapa) al Grupo Veolia, una trasnacional francesa que ostenta un falso compromiso de prestar “servicios al medio ambiente a través de proyectos sostenibles e integrados con un alto compromiso ambiental y social”, buscando asumir el liderazgo regional tanto en el sistema integral y parcial de agua como en el manejo integral de residuos sólidos urbanos e industriales en Latinoamérica. Todo el discurso anterior fuera digerible y plausible si no se conociera sus antecedentes.

Empero es imposible hablar de Veolia sin invocar la presencia de Proactiva Medio Ambiente en Chiapas. Sí, la misma filial que el ex gobernador Juan José Sabines Guerrero trajera para que se encargara de la recolección de basura, previo pacto acordado con empresarios franco-españoles de entregarles el control del agua potable que desencadenó marchas el trienio anterior y ahora parece ser ya un tiro cantado sin que el gobierno verde –de la punta al centro- le importe nada. Sí, Proactiva es la misma que se ha encargado de contaminar con lixiviados y con un nulo manejo de residuos hospitalarios el predio San Martín Mujular y que está en un litigio con el activista y empresario Héctor Montesinos quien, ya les trae ganada la partida. Muchos olvidan que esa agua contaminada que ahí nace llega a los afluentes de Suchiapa y posteriormente al mismo río grande: el Grijalva. Lo demás es sentido común.

Es decir: Veolia pretende quedarse con el control del Smapa que toma agua del Grijalva para cubrir las necesidades de los tuxtlecos, agua del afluente que por años ha sido contaminado por Proactiva. El lema es simple: “Contaminar el agua que necesitas y cobrarte el consumo”. Bajo este yugo, la resistencia es fundamental y se debe hacer entender que el agua es un derecho humano fundamental y los intentos de privatizar, exportar, y negociar con ella deben acabarse. Los conflictos relacionados con el agua saltan por todo el mundo. Cientos de ONG’s han advertido que el agua se convertirá en un mercado multimillonario en dólares y/o euros en décadas venideras. Quedarnos callados, pues, es aceptar la aniquilación y complicidad ante tan descabellado intento de jodernos más.

Manjar