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Nombramientos en Chiapas anuncian regresión

Morales Urbina y Sarmiento Tovilla incapacitados política y moralmente

El pasado 14 de enero, el secretario de Gobierno del estado de Chiapas, Ismael Brito Mazariegos, dio posesión al licenciado Marco Antonio Sarmiento Tovilla como subsecretario de Servicios y Gobernanza Política, y a la doctora María de Lourdes Morales Urbina como directora del Registro Público de la Propiedad y del Comercio.

La pésima nota redactada por el prófugo de Blanca Nieves destaca que “por instrucciones del gobernador Rutilio Escandón Cadenas, los nuevos funcionarios fueron nombrados por sus méritos y trayectorias”.

Así lo manifestó Brito Mazariegos al exhortarlos a cumplir con su encargo.

“Solicito su decidida colaboración, basada en la legalidad, para fortalecer las actividades correspondientes con ética, profesionalismo y responsabilidad en el trabajo que realiza la institución”. Y, ya encarrerado, Brito Mazariegos resaltó la formación profesional, capacidades y trayectoria de María de Lourdes y Marco Antonio.

Ni lo uno ni lo otro. Si de algo carecen los hoy espurios funcionarios es, precisamente, de los méritos de ficción con que el secretario Brito Mazariegos pretende presentarlos ante la comunidad política, la ciudadanía y el electorado.

María de Lourdes Morales es de larga data en la administración pública, en la administración de justicia y en el ejercicio de funciones electorales. Cobró relevancia y notoriedad por su marcada propensión a la violación de los derechos humanos y a su intromisión en los órganos autónomos del Estado mexicano.

Proclive y entrenada para la represión, Morales Urbina se estrenó, durante el gobierno de Pablo Salazar Mendiguchía, como asesora de la Secretaría de Gobierno en materia de derechos humanos, al mando de Emilio Zebadúa, ex oficial mayor de la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano de la reclusa Rosario Robles.

Ahí, Morales Urbina tenía una sola encomienda: Vigilar al presidente de la Comisión Estatal de los Derechos Humanos, Pedro Raúl López Hernández, para evitar recomendaciones incómodas a los órganos represivos del Estado que dañaran la imagen y el bueno nombre del gobernador Pablo Salazar.

María de Lourdes cumplió a plenitud la deleznable encomienda. Sin ningún recato pedía a López Hernández cada recomendación emitida al Procurador  Mariano Herrán Salvatti y a los secretarios de Seguridad Pública, Mauricio Gándara Gallardo y Horacio Schroeder Bejarano.

La intención era evidente, conocer con anticipación cada recomendación para proceder a su modificación y redactarla en los términos más tersos posibles. Durante su encargo, María de Lourdes conoció  a César Chávez Castillo, el célebre “Barba Sucia”, bautizado así por el grande del periodismo en Chiapas, Pepe Figueroa, en su prestigiosa columna Café Avenida.

Desde el principio, “Barba Sucia” y Morales Urbina formaron una pareja infernal. En su calidad de coordinador de asesores, Chávez Castillo protagonizó gran parte de la represión institucionalizada en contra de la Comisión Estatal de los Derechos Humanos con su brazo armado, María de Lourdes Morales. Como López Hernández jamás se doblegó, en un exceso por intimidarlo, el fatídico César Chávez revivió la famosa frase de las tres erres autoría del ex gobernador Patrocinio González. Si no te alineas ¿qué quieres?: Destierro, encierro o entierro.

Se llegó, incluso, al extremo de querer desaparecer a López Hernández.  Así consta cuando al salir de su casa, y dirigirse a la Comisión Estatal de los Derechos Humanos, se perpetró un intento de homicidio contra su persona. De este episodio fue testigo la Embajadora del Reino Unido en México cuando lo esperaba en la Comisión y López Hernández llegó golpeado y sangrando.  Además, en otro intento intimidatorio, la recámara de una de sus hijas fue baleada desde fuera del domicilio.

Imposibilitados, ambos, para controlar a López Hernández, Morales Urbina fue nombrada directora de Capacitación del Instituto Estatal Electoral con la encomienda de apuntalar la candidatura del vicioso  Juan Sabines Guerrero. Desde ahí impartía cursos a quienes serían funcionarios electorales en los municipios, pero siempre con la amenaza y la recomendación de operar a favor de Juan Sabines Guerrero, el mayor ladrón en la historia de Chiapas, tal vez hoy superado por Manuel “La Cuija” Velasco.

Gracias a esos favores electorales, de un cargo secundario en el Instituto Electoral pasó a magistrada del Tribunal Electoral del Poder Judicial del Estado. Y como recompensa suprema por sus méritos en campaña, el bandido de Sabines nombró a Morales Urbina magistrada del Tribunal Constitucional a pesar de su escasa reputación y honorabilidad para juzgar el cumplimiento de la Constitución.

Sus buenos oficios le permitieron incorporarse como presidenta del Instituto de Elecciones y Participación Ciudadana del Estado de Chiapas. Sólo que ahí salió por la puerta de atrás. Acostumbrada a violar la ley no observó los principios rectores de la equidad de género en la integración de las candidaturas a diputados locales y presidentes municipales, por lo cual, vergonzosamente, fue defenestrada del cargo y con orden de aprehensión en su contra.

Así, María de Lourdes Morales Urbina debe su “brillante trayectoria” a César Chávez y a su probada falta de escrúpulos para acomodarse al gobernante en turno.

Marco Antonio Sarmiento Tovilla, de reciente adquisición, es otra de las pifias rutilistas. Con graves complejos y severos problemas de personalidad, desquitaba sus frustraciones con los alumnos que tuvieron la mala fortuna de pasar por su “cátedra” de derecho civil y derecho administrativo en el Instituto de Estudios Superiores de Chiapas.

Pésimo en la exposición, poco le ayudaba su siniestra personalidad y esa voz tipluda que hacía de la clase un calvario para los alumnos.   Mitómano consumado, inventaba escenarios para hostilizar a los estudiantes. En una ocasión –de otras muchas tantas- acudió a la materia de derecho fiscal del décimo semestre para amenazar con repetir el examen bajo el insostenible argumento  de que se había entregado dinero al maestro para aprobar al grupo completo.

Cuando se le inquirió sobre cuál era esa evidencia, con todo desparpajo contestó que había una serie de grabaciones en poder del Rector en el que se escuchaba la negociación de calificaciones entre maestro y alumnos. Uno de los estudiantes bajó a la rectoría para pedir la escucha de esas grabaciones, a lo que el dirigente universitario contestó que no había ninguna grabación ni tampoco queja alguna.

Llamado Sarmiento Tovilla a la rectoría, no pudo sostener su infame falacia y de ahí fue despedido por su proclividad a inventar escenarios fuera de la ética,  de la docencia y la decencia que debe de acompañar a todo buen maestro.

Incorporado como asesor jurídico en la Secretaría de Transportes en el año 2015, se volvió famoso por su grado de holgazanería. Era común escuchar que el asesor Sarmiento Tovilla utilizaba las instalaciones de la institución para cubrir el sueño que le había quedado pendiente de la noche anterior. Ese comportamiento le valió el mote de “El Haragán de la Lomita”, en alusión a que la Secretaría de Transportes se encontraba ubicada en esa colonia.

Llamado después a colaborar en la presidencia del Tribunal Superior de Justicia, poco hubo de aportar a la administración de justicia. Su desconocimiento del derecho le impedía transitar por mejores formas de colaboración en el ejercicio y aplicación del derecho, y el mejoramiento de la administración de justicia.

Así, esas dos nuevas adquisiciones en el gobierno de Rutilio Escandón evidencian la poca disposición para una cuarta transformación.  Ampliaremos…