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LA BOTICA

Columnas
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Un día de estos
El 3 de junio de 1875 muere el compositor francés Jorge Bizet autor de la ópera “Carmen”.
Entre(s) líneas
Nariz de colibrí. Doncella serpentina,
Suripantita de oro, cabellitos de elote,
Porque te amo y alabo desde lo alto de mi aguda marchitez.
La vie en rose

Son pocas las emociones que evocan formas físicas tan claras y, a la vez, cuentan con definiciones tan dispersas. La felicidad es en simultáneo el estado máximo entre todos los estados, y el lugar común de la ausencia de los mismos. Terreno de sensiblería y palabras cursis. Sujeto de finales por su triunfo o fracaso. La felicidad es, junto al miedo, la emoción más pura en las especies más afables. La más pervertida en las que somos de naturaleza complicada. 

 

Corriendo el riesgo de hacer un recuento inútil que busque explicar el origen de una pasión, casi por norma inexplicable, me acerco con dudas a lo que se ha pensado de una noción tergiversada hasta quedarse vacía, y que parece haberse transformado en objeto de caminos sinuosos. A su razón biológica no le resto importancia, pero ya la habíamos pensado unos miles de años antes de poder nombrar y catalogar a las moléculas. Habiendo tantas maneras, ¿qué ganas tendré yo de arruinar una sonrisa con el microscopio? Sin el conocimiento de neurotransmisores o sustancias, la felicidad ha sido ingrediente de la filosofía, de la religión y, a consecuencia de esta última, de la política en su versión más ingenua.

Las intenciones primarias en la vida siempre caen en los mismos objetivos. Hacemos cosas por supervivencia, hacemos cosas en pos del bien o de lo que nos hace bien, hacemos algunas por mero placer. Aunque las tres pueden provocar felicidad, su propia condición y jerarquías contienen el primer dilema. La felicidad es una utopía absoluta que depende de provocaciones subjetivas. Para algunos nos llegará a través de la soledad, los libros y la comida, como para otros de la tranquilidad, los hijos o a unos más del dinero. El trabajo hace felices cuando a muchos lo hace el ocio. El villano sacará sonrisa con el pesar de los demás y el mezquino, desde la defensa de su pequeñez. Bichos raros son los generosos que se alegran por los otros. En todos, la felicidad es siempre un estado de satisfacción momentáneo que vive en el deseo de permanencia………El amor, la muerte y la felicidad han sido las mayores obsesiones de la humanidad.  

Desde las religiones primitivas se relacionó una con otra. No hay dogma que no considere en el amor una vía a ese máximo estado y ante las barreras que impiden su alcance en la vida, ya sea por un aguafiestas como lo fui yo, o por un accidente, drama fortuito y personal, o una salud que haga de las suyas, las creencias permitieron que en sus espacios posteriores a la muerte, la tranquilidad esté garantizada. La ocurrencia más duradera dicta a la tranquilidad como piso de felicidad. Pero como sólo podemos saber lo que viven los vivos, ¿qué felicidad se encuentra en ese paraíso que nadie puede narrar? La felicidad se hace entonces, como las otras obsesiones de la especie, en las trampas literarias que son las únicas capaces de describir lo que ninguno ha visto……

Maruan Soto Antaki. Historia de la felicidad. (Fragmento.)

Amores perros

Ahora está de moda lo “natural”, lo “verde”, lo “ecológico”. Si nos ponemos a pensar, lo que nos viene natural es ser cazadores recolectores, es decir, tomar del medio ambiente lo que se nos va antojando; en otras palabras, saquear el entorno. Hemos destruido bosques, especies animales, desertificado regiones inmensas. Hace 150,000 años migrábamos, si destruíamos, la naturaleza se reponía. Ahora no es el caso, somos demasiados, y nos gusta tanto aquello de hacer el amor que seguimos siendo cada vez más humanos, en general, voraces.

Todavía podemos tomar a discreción algunos bienes de la naturaleza que son gratuitos, como antes lo hacíamos con los mamuts, aunque desafortunadamente estos los extinguimos. Un bien es la atmósfera, la necesitamos para respirar, para que vuelen los aviones y para mantener estable la temperatura terrestre. Cuando hay chubascos ―porque ahora en algunos sitios llueve más por el aumento de temperatura de la atmósfera― las coladeras de la CDMX se vuelven fuentes brotantes. No sólo calentamos la atmósfera con nuestros autos, sino que la ensuciamos y fingimos que la contaminación desaparece en lugar de asumir que la enviamos a otros sitios cuando sopla el viento.

Por tanto, la solución que tenemos como especie no es lo “natural”, lo que nos es dado de manera gratuita por la naturaleza es sujeto de destrucción.

¿Cuál es la solución que ofrece la ciencia? Es la innovación. Tal vez uno de los ejemplos más populares de la tecnología puesta al servicio de las mayorías son los teléfonos celulares con sus múltiples aplicaciones. Pensemos en el ahorro energético que implica enviar un mensaje por un dispositivo electrónico comparado con mandar una carta por ferrocarril y servicio postal tradicional. Algunas apps, como las que nos indican cómo llegar de un sitio a otro, se desarrollaron gracias a la ciencia básica, de ahí que los países en desarrollo consideren que no sirve para nada, como la relatividad general. Hace años, para medir el paso de ondas gravitacionales se construyeron varios satélites y, para fijar su ubicación con gran precisión, fueron inventados los posicionadores globales. Cada aplicación de los teléfonos inteligentes está fincada en conocimiento científico básico. Este tipo de innovación es el que puede salvar al mundo, pues consume pocos materiales y energía, y sirve para multitud de propósitos.

Es decir, nuestra opción como humanidad no es regresar a lo natural, sino innovar. En México no hemos logrado que los industriales y los científicos trabajemos juntos; aunque existen excepciones notables. Esto se debe a que no nos sabemos comunicar bien, no nos tenemos confianza, que los tiempos de la ciencia son inciertos y los industriales quieren lanzar productos nuevos con celeridad y no estamos acostumbrados al fracaso. No nos damos cuenta de que en otras naciones de cada 20 innovaciones, sólo una es un buen negocio y, sin embargo, vale la pena invertir en los nuevos desarrollos…..

Julieta Fierro Gossman. Ciencia bajo demanda” (fragmento)

L’amour fou

Efraín Huerta

Dolorido canto a la iglesia católica y a quienes en ella suelen confiar (fragmento)

Bendito sea el temor escalofriante. /Y bendito tu nombre, Jesucristo, varón a sangre y fuego, / látigo y maldición. Bendito sea tu nombre, como maldito es, / bajo el polvo de siglos, el crujir de las sotanas / (águilas de rencor y de lascivia) /; como maldito es / el amargo murmullo de los rezos; / como maldito es el vaho tremendamente sepulcral del incensario; / como maldito es en esta tierra el horrendo lebrel / que a dinamita pura vuela el templo evangélico./ Bendito seas, hermoso Jesucristo a la orilla del lago, / y santa tu palabra de bondad y miseria. / Pero maldito sea quien en tu nombre  alzó / la cruz del latrocinio, y tus bellas espinas subastó en el mercado.

Feliz fin de semana… Yo, de sangre sudor y lágrimas. Alone; but, with Sex, and Drugs, and Rock and Roll. Nos vemos aquí, la próxima  -si hubiese-  donde hay de todo…Como en Botica.