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HOJAS LIBRES

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Las pifias de Andrés Manuel en Chiapas: Juan Sabines y Rutilio Escandón

El solo nombre del líder de Morena no será suficiente para alcanzar el triunfo; se requiere de un buen candidato con arraigo y presencia

 

Cuando Pablo Salazar Mendiguchía gobernaba Chiapas, en su último año de gobierno, en el 2006, pretendía imponer como sucesor al secretario de Gobierno, Rubén Velázquez, con las siglas del PRD.  La estrategia, aparentemente, era simple.  Si lograba que Juan Sabines Guerrero fuera el candidato del PRI a la gubernatura del estado, el pase automático para hacer gobernador a su colaborador estaba asegurado.

Bajo esa óptica, Sabines Guerrero era el esquirol ideal.  Como presidente municipal de Tuxtla Gutiérrez tenía en ruinas la hacienda pública y la corrupción, sin límite, de su gestión  lo hacía maleable para los propósitos de Salazar Mendiguchía.  Así lo hizo saber Mariano Palacios Alcocer, dirigente nacional del PRI, en su visita a Chiapas: “Pablo Salazar ha insistido en que Juan Sabines sea el candidato a gobernador”.

Como la maniobra no le resultó, y José Antonio Aguilar Bodegas fue nominado candidato, convenció a Andrés Manuel López Obrador para  que Sabines Guerrero, sin ser un buen candidato, fuera por el PRD, y que él, Salazar Mendiguchía, se encargaría de hacerlo gobernador con el apoyo de todos los recursos del estado.  Desde ese momento, el bandido de Sabines Guerrero aseguraba la gubernatura en una elección de Estado patrocinada por el otro ladrón, llamado Salazar Mendiguchía.

Ahora se entiende el por qué López Obrador, en sus virulentas críticas a la corrupción y a la mafia que se adueñó de México, jamás ha tocado a Sabines Guerrero.  Andrés Manuelovich, como él mismo se ha autonombrado, pronto vendrá a Chiapas.  La ciudadanía y el electorado esperan que ahora sí, en sus peroratas, critique y sancione las grandes corruptelas y los abusos cometidos por el mayor ladrón en la historia de Chiapas: Sabines Guerrero.

Como van las cosas, para el proceso electoral de este año ya se vislumbra la otra gran pifia de López Obrador en Chiapas.  Lleva como favorito para candidato a gobernador al por fin ex presidente del Tribunal Superior de Justicia, Rutilio Escandón Cadenas. Con esa candidatura se deformó el sentido y el espíritu de la administración de justicia en Chiapas.  Desde el momento en que Escandón Cadenas fue nombrado coordinador de Morena en el estado, en ese mismo instante debió de haber renunciado como titular del Poder Judicial para no contaminar la institución republicana que representaba.

Lo malo es que no fue así y, por el contrario, se utilizó, indebidamente, a la noble institución como casa de campaña.   Era común ver, todos los días, en un espectáculo grotesco, sentados y acostados a las puertas de la “casa de la justicia” a decenas de militantes de Morena en espera de ser recibidos por el presidente del tribunal para ofrecerle su apoyo incondicional.

También Escandón Cadenas utilizó, aunque poco o casi nada sepa de derecho, el nuevo sistema de juicios orales para hacer campaña.  Diariamente aparecía en las primeras planas de todos los diarios para promover ese nuevo sistema de justicia penal con el deliberado propósito de hacer proselitismo electoral.  Jueces, magistrados y cuanto personal adscrito al Tribunal Superior de Justicia había eran obligados a concurrir a eventos supuestamente judiciales que finalmente terminaban en mítines políticos.

Falta ahora saber si tanto despliegue publicitario era con cargo al erario judicial o financiado con recursos propios.  Se sabe que es lo primero.  Recientemente, el instituto electoral de Chiapas sancionó a Escandón Cadenas por actos anticipados de campaña y uso de recursos públicos.  Esa determinación lleva imbíbita la acusación de que como presidente del Tribunal Superior de Justicia utilizó tiempo de la institución para promoverse electoralmente y cometer el delito de peculado.

El Código Penal, en su artículo 489, sanciona con 2 a 10 años de prisión al servidor público que utilice fondos estatales y que, valiéndose de su posición jerárquica, obligue a sus subordinados a inclinarse a favor de determinado candidato.  En el caso de Escandón Cadenas no se obligaba a apoyar a determinado candidato, sino a él mismo.

Sin embargo, ¿valió la pena gastar tanto tiempo y dinero de la administración de justicia para una candidatura sin antecedentes de triunfos electorales?  Escandón Cadenas jamás ha ganado una elección.  En 1998, antes de ser candidato perredista a la diputación local por el distrito de Venustiano Carranza, era un furibundo priísta muy allegado al ex gobernador, de 69 días, Eduardo Robledo Rincón.

Esa malograda experiencia resultó una estrepitosa derrota electoral.  Compitió con el actual secretario de Transportes del estado de Chiapas, Mario Carlos Culebro Velasco, y hubo de resignarse a perder, incluso, en su propio pueblo natal, Venustiano Carranza, en el que ni sus  propios paisanos votaron por él.

En el año 2000, también por el PRD, perdió la elección de senador con Aguilar Bodegas y Arely Madrid Tovilla, pero llegó a la Cámara Alta por la puerta trasera, al tener el beneficio de acceder por la  vía de primera minoría. Y en el 2006, de nuevo, obtuvo una curul al Congreso de la Unión como diputado federal plurinominal, de ahí que se vislumbre difícil el futuro político de Escandón Cadenas al incorporarse como candidato a la gubernatura, ahora por Morena, sin haber ganado uno solo de los procesos electorales en los que ha participado.

Abonan en su contra las omisiones en que incursionó como titular del Poder Judicial.  Permitió que los magistrados Mirna Camacho Pedrero y Mario Enrique del Rayo Urbina permanecieran en el cargo, en violación de los artículos 76 de la Constitución de Chiapas y el 116 de la Carta Magna.  Ese incumplimiento a los dispositivos constitucionales lo hace sujeto de juicio político por alterar la buena marcha de la administración de justicia.

La cancelación del bono de los trabajadores del Poder Judicial para promover su candidatura también le restará votos.  Son 2,500 los que padecieron una merma en sus ingresos.  Si cada servidor público representa tres votos se infiere que serán 7500 sufragios menos los que tendrá el día primero de julio.

Sin embargo, Escandón Cadenas ya provocó, además, división entre simpatizantes morenistas por su desaseado proceder para obtener la candidatura; de ellos se han sumado al  proyecto de Aguilar Bodegas organizaciones como el IPROSECH, liderado por Roger Narcía; los industriales de la masa y la tortilla, con su dirigente, José Ramón Salazar Ballinas; la ASIDESECH, con Ricardo Girón Girón al frente, y Belisario Cantoral, líder del sindicato de la Sagarpa, entre otras organizaciones, además de 20 precandidatos de Morena a presidentes municipales.

Y para acabar de enturbiarle el panorama electoral a Escandón Cadenas, el día 18 de enero se registró como precandidato a la gubernatura Alfredo Kánter Culebro, con la presencia y apoyo de la Red Magisterial, Campesina, Social y Popular del estado de Chiapas, con sus 64 organizaciones políticas, la asociación política indígena interétnica y la comunidad cristiana del estado.

Así, dividido en tres el partido Morena en Chiapas, el solo nombre de López Obrador no será suficiente para alcanzar el triunfo.  Se requiere de un buen candidato con arraigo y presencia.

Y falta por ventilar algunos pecadillos de Escandón Cadenas.  Ampliaremos…