La orden de renunciar a las mujeres en los cargos de elección fue un error.
Sin duda ese despropósito salió de la oficina del gobernador.
El escándalo fue mayúsculo pues con ello se violaba la obligación de la paridad.
Esto produjo que de la oficina del gobernador saliera la contraorden.
Pero la pifia debilitó aún más la alicaída imagen del gobernante sustituto.
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