La solidaridad a la caravana de migrantes hondureños despertó la xenofobia.
Y se llega al exceso de comparar la situación de los desplazados con los migrantes.
Todo ello con la idea de señalar el dicho: “Candil de la calle, oscuridad en la casa”.
Situación que a todas luces resulta equívoca, sobre todo porque el derecho internacional
obliga a los Estados a brindar ayuda humanitaria a los desplazados como a los migrantes.
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