En Chiapas y gran parte del país se desarrolla una teología política.
En donde el nuevo objeto de adoración es el presidente de la república
y los predicadores son los gobernadores, como se observa en Rutilio Escandón.
Esta teología política en lugar de ciudadanos ha constituido una feligresía,
que no es capaz de cuestionar ni de reflexionar sobre el entorno que nos rodea.
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