El gobierno de Manuel Velasco Coello, desde el primer día demostró una parálisis en la toma de decisiones, en la que bien a bien nunca se supo quien era el que mandaba – pero el rumor popular señalaba que era su madre-, pero ese gobierno se caracterizó por sus decisiones cada vez más desacertadas, que terminaron convirtiendo la gobernanza de la entidad en un polvorín, en el que se preveía que las elecciones del 2018 iban a ser de alto riesgo, por la descomposición social generalizada, debido a la inacción política y a la desatención de los problemas de la entidad.
La crisis que hay en este momento en Chiapas se deben fundamentalmente a la falta de oficio que hay en el palacio de gobierno y a la ausencia de programas de gobierno que den rumbo y certidumbre. En Chiapas se descuido la eficacia y eficiencia en la atención de las demandas de la población; al gobernador nunca le preocupó la integración de un gabinete que estuviera a la altura de las problemáticas de la sociedad chiapaneca, por lo que nunca hizo el ajuste de su gabinete, aún y cuando resultó evidente que la mayoría de ellos estaban rebasados y los límites de la incompetencia de los funcionarios estaba plenamente demostrada; la corrupción de muchos de esos funcionarios salta a la vista y muchos de ellos se enriquecieron, a plena luz del día sin el rubor de cuidar las formas; el gobernante toleró y fomentó el juego de las candidaturas para distintos cargos de elección y jugó con todos haciéndoles sentir que contaban con su apoyo, y con ello el gobernador Velasco Coello cometió burlas y agravios que no tardan en ser reclamados.
La única preocupación del gobernador fue la de ganar elecciones. Lo paradójico de ese interés es que no cuidó su propia sucesión y hoy la contienda se convirtió en un galimatías, en la que finalmente el régimen político decidió ponerlo como candidato plurinominal al senado, como un mecanismo de garantizar el millón de votos de los chiapanecos para el candidato presidencial del PRI, y con ello arrastrar la elección local, donde ya se instruyó que toda su perrada política regrese a la coalición del PRI, y para lo cual el Tribunal Estatal Electoral de Chiapas, al servicio del gobernador-, ya resolvió en contra de la determinación del IEPC, que la había votado como improcedente, pero esa resolución aún puede recurrirse en el Tribunal Federal y cualquier ciudadano puede acudir a la instancia federal para hacer valer sus derechos políticos, que están siendo violentados por la intromisión ilegal y grosera del gobernador del Estado, que con su actuación en este proceso ya dio muestras evidentes que las elecciones no van a ser libres.
Lo grave de esta situación, es que Chiapas está a punto de vivir el peor proceso electoral de su historia, en el que se están tomando decisiones desde el centro del país para atropellar los derechos políticos de los chiapanecos, como es el cambio de los delegados federales de gobierno, y en donde se asignó un recurso presupuestal para la inducción y la compra del voto y en donde se pretende imponer al propio gobernador, abiertamente como jefe de campaña del PRI-Verde, violando con ello las condiciones de igualdad e imparcialidad del proceso electoral.
A diez meses de que concluya este gobierno, se dejan traslucir simbolismos políticos que pueden resultar de altos costos sociales, como el desánimo que hay para gobernar, en donde la actividad del gobierno se volvió irrelevante para el gobernador. La tradición de la política a la mexicana indica que lo que parece es; y en Chiapas parece que el gobernante ya no quiere continuar en el cargo y que le incomodan las noticias de los problemas que a diario se multiplican por todo el territorio. Eso genera que exista una situación de caos en varios puntos de la geografía chiapaneca, en la que nadie en el gobierno muestra un interés por evitar que el barco se hunda.
El gobernador Velasco Coello no ha entendido que el propósito de la actividad política es la de crear una sociedad en donde se reproduzca la libertad, la convivencia democrática, los derechos humanos, el respeto a la diferencia, los anhelos por la paz, el respeto al medio ambiente y una lucha permanente por la construcción de mejores estándares de vida para la población. Y como no entiende este espíritu de la política, prefiere manejarse en la ilegalidad, en la frivolidad, en el cinismo, en la opacidad, en la corrupción y en la impunidad y cree que esta condición es para siempre, por eso disputa el proceso electoral con fechorías, sin darse cuenta que las irregularidades de su gobierno son inimaginables, a punto tal que el posible fuero que le otorga el senado no es inmunidad plena.
Aquí bien vale la pena recordar el mensaje que le envió el presidente electo Miguel de la Madrid al presidente José López Portillo, a través del mensajero Carlos Salinas de Gortari, quien le expresó en sus últimos días a JOLOPO: Dice el presidente electo que no te preocupes, pero tus colaboradores que se agarren y a los seis meses de iniciado el gobierno de Miguel de la Madrid, el senador Jorge Díaz Serrano fue desaforado y procesado por sus actos de corrupción como Director General de PEMEX.