El voto del hambre en las elecciones

Editorial
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En lo que va de este gobierno se dio un crecimiento en el número de pobres en la entidad. Esto resulta por lo menos contradictorio, por los pobres resultados, en virtud de la enorme inversión que destinó el gobierno federal en política social  para Chiapas.

 

Es evidente que los programas en política social no han funcionado. A punto tal que la pobreza de la población pasó del 74% al 77%. Aquí, junto con los programas sociales, falló el gobierno del Estado y fallaron los funcionarios responsables de los programas, en el sentido y enfoque de las acciones, pero sobre todo, en la ausencia de visión para transformar las condiciones histórico-sociales de la estructura de producción en Chiapas, en la que prácticamente los chiapanecos fueron condenados al subdesarrollo, a la pobreza y a la desigualdad social.

Durante décadas, el gobierno estatal ha confundido el papel de los programas sociales, y gran parte del presupuesto se ha destinado para el asistencialismo y no en estímulos para reactivar la producción, que es lo único que puede generar empleo en miles de comunidades y reactivar un mercado interno local.

Paradójicamente, los empleos que se han creado en la entidad son dentro de la informalidad y esta actividad no transforma las condiciones de la estructura de la producción y además genera mayores dificultades en la atención de la seguridad social de las personas.

Los programas sociales, al convertirse en asistencialistas, empezaron a tener un uso electoral y de movilización política de los beneficiarios, que terminó pervirtiendo el sentido de los programas. Ahora miles de familias viven de la ayuda que el gobierno les proporciona y prácticamente la población rural en condiciones de pobreza, abandonó sus actividades agrícolas; todo ello a cambio de los votos suficientes para los triunfos electorales y con ello perpetuar la reproducción de la pobreza

Está comprobado que el asistencialismo por sí solo no reduce las condiciones de pobreza, pues ésta sólo se puede reducir con tasas de crecimiento superiores al 6 % sostenible durante varios años y con la generación de empleos formales y Chiapas tiene tasas negativas de crecimiento.

En la entidad son muchos años de improvisación y desaciertos en política social. Lo inaceptable, es que en los últimos años el gobierno federal ha destinado para Chiapas más de 10 mil millones de pesos anuales y la pobreza se ha incrementado. Lo que significa ineficacia y despilfarro en el ejercicio de estos recursos o bien como se ha señalado en otras ocasiones, han servido para un uso electoral, en detrimento de las condiciones sociales de Chiapas. 

Para las elecciones del 1 julio, se perfila un uso indiscriminado del presupuesto de los programas sociales para ganar el voto. Por un lado están los recursos del Estado, que apuntalan a los candidatos de MORENA, muchos de ellos exempleados del gobernador y que éste colocó en ese partido; por el otro lado, están los recursos del gobierno federal, que busca asegurar un triunfo del PRI, en donde el gobernador también perfila a otro grupo de colaboradores como diputados federales y los candidatos al senado.

En tiempos electorales los pobres juegan un papel valioso por su voto y hoy dos grandes fuerzas se van a disputar el voto del hambre, algo que debiera de avergonzarnos a todos.