La apuesta de las elecciones en Chiapas

Editorial
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En la actualidad, la crisis social en Chiapas es severa: 77.4% de la población vive en pobreza y pobreza extrema; tiene el primer lugar en el país en muerte materno infantil; el primer lugar en infección del SIDA; el 84% de sus niños y adolescentes viven en pobreza; la economía de la entidad no sólo no tuvo crecimiento sino que tiene una tendencia negativa; se cayó la producción del café por la contaminación de la roya, que representó durante décadas el principal artículo de exportación y de ingreso a las comunidades; hay una deuda pública de más de 40 mil millones de pesos, lo que hipotecó el futuro de Chiapas; el crecimiento del producto interno de la entidad es del -2%; ocupa el primer lugar en el país en rezago educativo; el 18% de la población es analfabeta; y así, se pueden seguir enumerando una cantidad preocupante de cifras oficiales negativas, que muestran la verdadera cara de un Chiapas, con una profunda desigualdad económica, con graves problemas de gobernabilidad, con gobiernos ineficaces y que sitúa al gobernador Velasco Coello con las peores calificaciones de todos los gobernadores en el país.

 

La discusión de la atención y mejora de estos indicadores no está presente en el proceso electoral, en donde la disputa está en ganar las candidaturas y no en la solución de los problemas de la entidad.

Chiapas está en ruinas y en varios puntos del territorio con riesgos de un incendio social. Sin embargo la magnitud de los problemas de la entidad no está en las preocupaciones de los aspirantes, que algunos de ellos resultan patéticos por su ausencia de formación, de compromiso social y de ideas claras de qué es lo que se tiene que hacer para desarrollar políticas eficaces y sustentables.

Para que México pueda reducir las condiciones de pobreza debe de crecer al 7% durante varios años, pero en Chiapas el crecimiento debe ser superior del 9%, situación que resulta prácticamente imposible de alcanzar y se corre el riesgo de mantener tasas de crecimiento negativos como existe actualmente...

En este sentido el futuro de Chiapas es poco halagüeño. Y lo grave es que la apuesta de distintos grupos y candidatos es la de mantener los intereses y ambiciones  personales aunque eso ocasione de que se incendie la entidad.

Una prioridad política era que el proceso electoral se realizara en paz. Eso ya no es posible de cumplir, por los brotes de violencia surgidos en varios puntos del territorio. Pero sobre todo, porque el principal promotor de acciones en contra de la realización de un proceso pacífico ha sido el propio gobernador, quien tiene metidas las manos en las elecciones, provocando con ello la violación de los derechos políticos de amplios sectores de la población, sobre quienes se pretende inducir el voto a través de los programas sociales, rompiendo con ello las condiciones de igualdad que debe prevalecer en la competencia.

Esta intromisión del gobernador en las elecciones, lo descalifica para convocar a la población y a las organizaciones sociales a la concordia, pero a la vez, lo inhabilita como árbitro de la contienda, pues quedaron al descubierto el conjunto de maniobras utilizadas por Manuel Velasco Coello, para influir y determinar las candidaturas en todas las alianzas y coaliciones.