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Thu, Apr
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Manuel Velasco convertido en un delincuente electoral

Editorial
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La competencia electoral del 2018 entró en la fase en la que la apuesta al triunfo implica promover la fractura y la división de la sociedad. Para ese efecto se distingue un apasionamiento en la población, que defiende con ahínco las posibilidades de éxito de su candidato.  

 

Pero, de igual forma, desde el cuarto de guerra de los aspirantes a la gubernatura se diseñan estrategias para propalar el temor en la población y en algunos casos se promueve a la agresión directa.

Estas dos fases del activismo político están presentes en este momento en Chiapas. Por un lado, se observa una fuerte carga de pasión en las personas para la defensa y promoción de alguno de los candidatos o de algún partido en específico. Por el otro, se percibe la intención de desprestigiar o de causar daño en la imagen de los candidatos, lo que en los próximos días se va a incrementar la campaña negra o guerra sucia  hacia alguno de los contendientes.

La prevalencia de la pasión hacia los asuntos políticos reproduce odios, ira, simpatías y complicidades; todo ello inscrito dentro de campañas mediáticas, en el que se puede llegar a la agresión y ofensas en las disputas que suelen presentarse en las redes sociales, pero también se puede llegar a convocar a la agresión de los actores políticos. Esta carga de emociones no se está percibiendo en su justa dimensión por los funcionarios ni por los personajes que andan en campaña, quienes han hecho su único propósito el ganar las elecciones al costo que sea, pasando por alto la necesidad de la reconciliación obligada, para evitar que la ira, el rechazo y el odio reflejado en varios sectores de la población se convierta en un conflictos poselectorales con funestas consecuencias para las comunidades.

La construcción de temor también es una estrategia de campaña. Se busca atemorizar a los candidatos para hacerlos sentir que son vulnerables y en esa circunstancia corren riesgo los familiares, los amigos, los colaboradores y el propio candidato. Antecedente de ello hay muchos; basta recordar el accidente que sufrió en el proceso de 1994 el candidato Amado Avendaño o el caso del inicio de año en que se buscó intimidar a la esposa del aspirante a la gubernatura José Antonio Aguilar Bodegas. Ambos casos pueden presentarse como parte de la inseguridad que se vive en la sociedad e inclusive traducirlo como un incidente de tránsito; pero en política las casualidades no existen  y menos cuando hay de por medio un proceso electoral.

Es un hecho que los intereses en juego están sobrecalentando de emociones el entorno de la contienda. Pero de todo esto el único responsable es el gobernador Manuel Velasco Coello, quien tiene intervenido el proceso y busca influir en la decisión final de los electores.. Él es la mano que meció la cuna para disminuir y  sacar de la contienda a la gubernatura al senador Zoé Robledo. Situación similar viene orquestando para disminuir las posibilidades del senador Roberto Albores, a punto tal de que en Chiapas prácticamente no existe propaganda electoral de los candidatos al senado y a las diputaciones federales de la coalición PRI-Verde-PANAL y esto se debe a que aún no se definen quienes van a ser los candidatos.

De igual forma el gobernador Velasco Coello es el que ha construido todos los obstáculos a los que se enfrenta José Antonio Aguilar Bodegas como candidato del PRD-PAN-Movimiento Ciudadano. los está construyendo  el gobernador Velasco Coello, quien definió un escenario de elección dirigida, sin competencia política.

En este juego armado desde la casa de gobierno, con el firme propósito de que no haya competencia política, para que no se muestren las carencias de talento de Rutilio Escandón, candidato de Manuel Velasco dentro de las filas de MORENA, el gobernador ha ignorado los derechos políticos de los chiapanecos y está convertido en un delincuente electoral, que pretende robarse desde ahorita las elecciones sin importar lo que suceda el 1 de julio.

Tal parece que nadie le ha dicho al gobernador que los tiempos del reloj ya se le agotaron y que cada día va a ser más difícil mantener la impunidad ante cualquier error que cometa y más cuando por la inacción del gobierno se convirtió en el principal promotor de la violencia y de la inseguridad en el Estado.

Las elecciones se encuentran en la recta final y el candidato del gobierno recibe cada vez más rechazo dentro de los asistentes a los eventos de MORENA. Ante ello Rutilio  Escandón, con un grupo de fedallines, acusan de que existe una guerra sucia en contra de él, algo que resulta falso y que busca ocultar lo que parece evidente: que Rutilio es mal candidato, carente de discurso y de inteligencia y que ha mostrado una extraordinaria incapacidad para negociar y llegar a acuerdos con los propios simpatizantes del morenaje, situación que lo descalifica y evidencia, ya que si no puede acordar con los de casa, menos va a poder ejercer la gobernabilidad y la eficacia que Chiapas requiere en este momento.