Ayer se realizó el primer debate entre candidatos para la gubernatura de Chiapas. Desde la primer pregunta seleccionada a la última realizada, quedo claro que el gobierno de Manuel Velasco estaba siendo sometido a juicio. Lo paradójico, es que el gobernador no es candidato a nada, pero los negativos de su gobierno salieron a flote: está reprobado en las áreas de corrupción, transparencia, salud, educación, empleo, seguridad y en el campo.
Ninguno de los candidatos defendió al gobierno de Manuel Velasco, que en términos de complicidades, esto resulta igual o peor a que si alguno de los candidatos lo hubiera descalificado.
Los tiempos de participación del formato de ese debate no permite profundizar en las propuestas. Y a la postre se mostró la importancia de que los moderadores debieran tener más atribuciones para reconvenir a los candidatos que evaden responder los señalamientos que se les está requiriendo.
La experiencia del debate es enriquecedora, en virtud de que, aún y con las limitaciones del formato, le permite a los oyentes normar algunos criterios sobre los candidatos y en algunos casos puede llegar a incidir en la definición del voto.
Sobre los debates existe la opinión de los especialistas de que influye poco en la intención del voto, los cálculos son entre 1 a 3 puntos. Pero el posdebate y la campaña mediática que se realiza en términos de quien fue el ganador y la discusión de los contenidos de la propuesta sí tiene un mayor impacto, en donde la intención del voto puede variar entre 5 ó 6 puntos. De allí que resulte más importante el posdebate que el debate en sí.
Al respecto, MORENA emplea a Zoé Robledo, quien es un buen argumentador y va como candidato a diputado, pero el Frente por Chiapas, pone en la palestra a Juan José Rodríguez Prats, quien es uno de los mejores tribunos en el país, con bastante experiencia en los medios de comunicación, que también en la lista de candidatos.
Es en los posdebates en donde se puede profundizar un poco más sobre los contenidos y características de las propuestas, algo que resulta imposible que se pueda realizar en los dos minutos de participación que tienen por intervención los candidatos, tal y como se acordó en el formato del debate realizado el día de ayer.
En la población siempre existe el morbo por saber quien fue el ganador. En ese ejercicio se puede percibir, que el candidato que mejor aprovechó ese espacio fue José Antonio Aguilar Bodegas, abanderado de la coalición PAN-PRD-MC. De igual forma se percibe, que Rutilio Escandón Cadenas, candidato de MORENA-PES-PT, desaprovechó la ocasión para comunicarse con los electores y su comportamiento fue la de llegar a cuidar su posición como puntero, y evitar hablar de más, para no abrir flancos que lo pudieran hacer más vulnerable. Pero se equivocó de estrategia, no utilizó todas las participaciones de las réplicas y no contestó los ataques que le realizaron, en donde uno estaba dirigido hacia la falta de justicia en los feminicidios y el otro un señalamiento puntual de una falta de probidad de él, en donde participó en un acto de corrupción, en donde se repartió de manera ilegal con alguno de sus allegados 10 millones de pesos.
Esta denuncia no puede quedar como parte de una guerra sucia, en virtud de que esta fue una acusación cara a cara, que la Contraloría y el Órgano Superior de Fiscalización deben investigar y en el caso de que exista una conducta ilícita fincar las responsabilidades administrativas o penales que procedan.
En este sentido, el perdedor del debate es el malogrado gobierno de Manuel Velasco, a quien de paso un moderador en su intervención, dejó entrever que tiene metida las manos en el proceso y paradójicamente respaldando a Rutilio Escandón, quien tuvo una niche por demás desafortunada, en la que hizo evidente todas sus limitaciones y su falta de talento.
