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Thu, Apr
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Entre el discurso de MORENA y del PRIAN

Editorial
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El ambiente político está cargado de una incertidumbre atroz, pero el futuro inmediato que se avecina para Chiapas puede ser peor y no se están previendo escenarios para la construcción de los acuerdos políticos, que evite la violencia poselectoral y asegure la mejora de la vida pública.

 

En este sentido, el proceso electoral del 2018 se ha sobrecargado de emociones, intereses y pasión; hay quienes lo imaginan como un proceso renovador de esperanza, pero también hay otros que lo imaginan como un riesgo a la seguridad y al bienestar de Chiapas, sobre todo porque el gobernador Manuel Velasco Coello tiene metidas las manos y los pies en las elecciones, con la finalidad de que no haya competencia política y prevalezcan sus intereses sobre bienestar de la población, situación que está conduciendo a una nueva equivocación en la elección del gobernante, como ya existió en los procesos pasados en la entidad.

La coyuntura de la jornada electoral del 1 de julio no puede circunscribirse a una estrategia de construir una democracia de votantes en donde el ciudadano permanezca secuestrado y sin la importancia que tiene, en virtud de que es imposible construir proyectos democráticos sin ciudadanías activas, que cuestionen el orden público, que sometan a juicio a todas las instituciones y que como producto de este cuestionamiento se constituya un magma transformador de todas las instituciones.

Este proceso de construcción de ciudadanía está siendo obstaculizado por la estrategia  de la guerra sucia y de campañas mediáticas, en donde el ataque no sólo se da entre candidatos sino entre la población, que toma partido y cree que el triunfo electoral se da sobre el sacrificio del oponente. En este momento, la ausencia del ciudadano ocasiona que un riesgo mayor de la democracia sean los discursos maniqueos que circunscriben la lucha política entre dos polos: los buenos y los malos, perdiendo de vista que entre esas dos opciones hay un conjunto de mediaciones u opciones políticas mucho más amplio que a la determinación del si o el no.

En este proceso electoral el discurso maniqueo construyó las opciones de MORENA y frente a ello, lo que se le viene llamando el PRIAN, sin observar que a la izquierda de MORENA existen otras opciones radicales y progresistas –como son los grupos de la guerrilla y los organismos de la sociedad civil-, que por la práctica, el discurso antipartido y la cultura política no asumen un papel de incondicionalidad y por lo tanto cuestionan y rechazan decisiones y visiones claramente conservadoras de AMLO,  pero como lo que prevalece es el maniqueísmo, entonces hay grupos y personalidades que resumen a la crítica como un desacuerdo y se apresuran a señalar que todos los que cuestionan a López Obrador son PRIAN, cuando en realidad, esta denominación es sumamente cuestionable, porque hoy día el presidente Peña Nieto está más cerca de MORENA que del PAN y en Chiapas, claramente el gobierno de Velasco Coello está volcado a MORENA. 

La desaparición de las ideologías y la prevalencia del pragmatismo político, en conjunto con la violencia, la inseguridad y la violación a los derechos humanos, esconden la importancia del proyecto democrático, y este ocultamiento es lo que no permite identificar que cualquier transformación social no va a ser a través del voto sino a través de la participación lúcida, reflexiva y consciente del ciudadano, quien como un colectivo anónimo, como son las redes sociales, va a impulsar la transformación del régimen político y va a plantear la mejora de la vida pública.