La sucesión del gobierno de la coprocracia

Editorial
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En la entidad no hay un proceso electoral tranquilo. El gobernador con sus caprichos y paranoias ensució las elecciones y con ello descompuso la sucesión. La gran paradoja es que aún y con la inmunidad que pretende obtener con la alianza con Andrés Manuel López Obrador, que le permitió el control de las candidaturas en MORENA, Velasco Coello no se siente seguro y busca a toda costa imponer al futuro gobernador de la entidad en la figura de Fernando Castellanos como candidato de su partido. 

 

Los estados de ánimo, en un amplio sector de la población, están enardecidos en contra de Manuel Velasco y sus colaboradores y pese a ello, el gobernador decidió jugar sus cartas con un candidato de su hechura, en el que no han dudado en movilizar a las masas, que viven en la miseria, lo que significa un manejo millonario y una apuesta al voto del hambre, lo que puede alimentar el encono y la rabia de los sectores medios urbanos, por la frivolidad, la indiferencia y  el desprecio que ha tenido Velasco Coello hacia los problemas del Estado.

La problemática social de la entidad en lugar de disminuir se acrecienta a niveles peligrosos. Hoy día existen situaciones de tensión con los maestros, los transportistas, los feminicidios, los conflictos en Tila, El Bosque, Oxchuc, Chenalhó, El Bosque, Aldama y Chalchihuitán. Todo ello se complica con la intervención gubernamental torpe y descarada, en el que se buscó vetar candidaturas en el proceso electoral, y en donde la debilidad de la presencia de la autoridad está siendo rebasada por la intervención del crimen organizado en las elecciones municipales, como sucedió en las elecciones del 2015.

El más interesado en buscar que se diera una transición pacífica de poderes en Chiapas era el gobernador y no lo hizo. Él debiera estar interesado en una operación cicatriz, en el que se curen agravios y buscar conciliar intereses con la mayoría de los ofendidos por su gobierno. Pero su inmadurez política lo conduce a realizar lo contrario y sigue ofendiendo a los chiapanecos y atizando odios.

Con su temor a lo que puede venir, pues su gobierno representa la gestión más corrupta de todas las entidades del país, Manuel Velasco le apuesta a otros seis años de desastre y mal gobierno para Chiapas, lo que significa la condena a la población chiapaneca.

Chiapas ha vivido un terrible daño social en los últimos 24 años, pero en los recientes doce años, con la administración  de Juan Sabines y Manuel Velasco, hemos vivido el gobierno de la copocracia, en el que se dejó a Chiapas en las peores manos.

En estos 24 años el ejercicio presupuestal de la entidad creció con motivo de la rebelión indígena zapatista. Y durante todo este tiempo se ejerció un presupuesto superior al millón de millones de pesos, sin que este recurso haya modificado la estructura del ingreso y menos generado una disminución de la pobreza. 

La ineficacia gubernamental ha sido superlativa en Chiapas, en el que la ausencia de proyectos de gobierno generó que todo ese recurso fuera desperdiciado.  Por ello lo recomendable es que en la contienda electoral y en la evaluación de los candidatos, debieran de prevalecer los proyectos, el conocimiento sobre Chiapas y la experiencia en el ejercicio de gobierno, pero Manuel Velasco eso no le importa, y en aras de su seguridad personal y la de su familia, decidió imponer al próximo gobernador y para ello decidió escoger a la peor excreta de su coprocracia, lo que asegura otros seis años de mal gobierno para Chiapas