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Sin certeza el futuro de Manuel Velasco

Editorial
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Chiapas nunca ha estado en el interés de Manuel Velasco Coello. Sólo fue el medio que le permitió cumplir su capricho de ser gobernador y de enriquecerse con impunidad. Pero su mayor desamor a la entidad lo demuestra en su intervención en el proceso electoral, en el que busca poner como su heredero a la gubernatura a Fernando Castellanos Cal y Mayor.

 

Manuel Velasco no conoce la historia del país. No entiende que el maximato es una ilusión de los políticos del país de perpetuarse en el poder pero que en realidad no existe. Pues finalmente aparece la traición y en muchos casos la persecución.

Una frase que ilustra la inexistencia del maximato es la enviada por Miguel de la Madrid a José López Portillo, en donde Carlos Salinas fue el mensajero. El mensaje fue breve pero contundente: “ dice el presidente que no tiene por qué preocuparse, pero tus colaboradores que se agarren”, seis meses después de iniciado el gobierno de Miguel de la Madrid, el ingeniero Jorge Díaz Serrano, amigo del expresidente López Portillo fue desaforado como senador y procesado por un fraude a PEMEX, que paradójicamente no fue comprobado, pero que lo tuvo en prisión por cinco años.

Carlos Salinas vivió en carne propia la persecución de su sucesor Ernesto Zedillo, quien tuvo en prisión a su hermano Raúl Salinas y que terminó siendo el principal promotor del linchamiento que viviera Carlos Salinas y que lo estigmatizó hasta nuestros días.

En Chiapas una traición que dibuja claramente los sueños del maximato es la de Juan Sabines Guerrero con Pablo Salazar. Juan Sabines llegó a la presidencia de Tuxtla Gutiérrez y luego a la gubernatura de Chiapas, con el aval y apoyo del gobernador Salazar Mendiguchía. Sin este respaldo la carrera de Sabines Guerrero hubiera quedado trunca. Lo significativo de esta historia es que el pago de Sabines a quien lo impulsó políticamente fue la cárcel. Y los sueños de Pablo Salazar de prolongar su mandato fueron deshechos.

Por su desconocimiento de la historia y por su desprecio a los chiapanecos, Manuel Velasco busca reinventar la historia de un jefe máximo en Chiapas, poniendo como su sucesor a una persona sin talento y con un gran desprestigio personal, quien finalmente, como lo muestra la historia del país, le terminará pagando con la traición y con la persecución.

Fernando Castellanos para ganar la gubernatura de Chiapas, necesita de los recursos públicos que Manuel Velasco ya puso a su disposición, pero además requiere del fraude electoral. Sin duda, la elección del 1 de julio es la más desaseada de todas las que ha habido en Chiapas y los resultados van a terminar judicializados.

Lo que significa, que aunque gane Fernando Castellanos la gubernatura por la movilización del voto del hambre, su permanencia va a estar deslegitimada, con visos de fragilidad y con el encono entre sectores de la población, que van a tener presente, que el resultado de las elecciones se debió a la intervención directa del gobernador Manuel Velasco.

Esto va a generar una presión al gobierno que va a permanecer agobiado por los conflictos poselectorales que se prevén que sucedan, lo que va a conducir a un ajuste de cuentas con el anterior gobierno para legitimarse, como en su momento lo quiso hacer Castellanos Cal y Mayor en la presidencia de Tuxtla, pero que se lo impidió el propio gobernador. Sólo que en el gobierno de Chiapas Fernando Castellanos ya no va a tener límites y por su espíritu atrabancado, terminará enjuiciando al gobierno de Velasco Coello. Y el acuerdo puede ser similar al de Miguel de la Madrid con López Portillo; contigo no hay problemas, pero tus familiares que se agarren.