Lo que viene sucediendo en Chiapas con la disputa a la gubernatura resulta patético. Hay candidatos que son dignos representantes de la coproocracia, que creen que hacer política es organizar mítines con el apoyo de la estructura gubernamental de los programas sociales, en donde se movilizan a personas mediante apoyos con dádivas y dinero.
En la entidad hay una carencia del ciudadano, comprometido con la solución de los problemas públicos, y el gobierno se aprovecha de las condiciones de pobreza de la mayoría de la población, para explotar el voto del hambre y con ello ganar las elecciones.
Junto a esta ausencia de ciudadanía también existe la indiferencia y la pasividad gubernamental en la atención de las demandas sociales, aspectos que reducen las posibilidades de una mejora de la cultura política de las personas y limitan el goce y la ampliación de los derechos ciudadanos. Por ello la coprocracia se apoderó de la forma de gobierno en la entidad, en donde la indiferencia se convirtió en una práctica política que muestra el desinterés que hay por gobernar.
En este sentido, la peor situación para la población chiapaneca, es tener un gobierno, que establece su “legitimidad” a través de la cultura de la dádiva y la compra del voto, que construye una sociedad sin cuestionamiento de ningún tipo y que acepta la prohibición del derecho a decidir y a elegir a las autoridades.
Los asuntos políticos en Chiapas no caminan bien y el gobierno de Manuel Velasco está empecinado en asegurarse en que el proceso electoral camine mal, con el fin de asegurarse que las cosas en la entidad continúen funcionando mal, como ha sucedido en los últimos doce años. En este momento hay una descomposición de la sociedad chiapaneca preocupante, pero al mismo tiempo esta situación carece de importancia para la mayoría o simplemente pasa desapercibida, en el que inclusive hay grupos que consideran que las elecciones no tienen importancia, pero donde los resultados terminarán teniendo consecuencias inmediatas para toda la población.
Cuando la descomposición social se vuelve purulencia ya no sorprende a nadie ningún tipo de estupideces, como viene sucediendo en Chiapas, donde el gobernador definió ya el perfil del próximo gobernador: un tonto útil y en ese sentido se perfila Rutilio Escandón o bien la continuidad de un gobierno irresponsable, que sería encabezado por Fernando Castellanos, que representa el cinismo, la corrupción, el fraude, la ilegalidad, el despilfarro, la ineficacia, el deterioro de la autoridad, la traición y la violación de los derechos humanos.
Por ello aunque parezca normal que en las instituciones políticas se tomen decisiones aberrantes, no se debe de perder la capacidad humana de la indignación; sobre todo porque es la dignidad el punto de partida del principio de los derechos humanos, razón por la cual la población no debe votar por las candidaturas de Rutilio Escandón o Fernando Castellanos, pues ambas propuestas representan la perversidad de Manuel Velasco Coello, quien tiene como única preocupación la de la inmunidad para él y sus familiares, en donde Chiapas carece de interés alguno y en donde su apuesta es que a la población chiapaneca le siga yendo mal.