La decisión del EZLN de participar en la contienda electoral del 2018 con una mujer indígena como candidata, despertó inquietudes y especulaciones en la que sobresalen los rasgos de conservadurismo, de manipulación y de desconocimiento de la historia política.
El anuncio revivió una vieja nota de la revista proceso, publicada en diciembre del 2012, en la que se da a conocer el nombramiento de la hermana del subcomandante Marcos como subsecretaria de gobernación. Esta nota se publicitó como si fuera una contraprestación a la hermana, de un servicio realizado por el mítico líder del zapatismo, que inmediatamente fue linchado por su acto de traición a la campaña de izquierda, que viene realizando Andrés Manuel López Obrador y el partido MORENA.
El anuncio del EZLN de participar con una candidatura en el 2018, rápidamente fue cuestionada -como si éstos no tuvieran derechos políticos en participar en la contienda-, por considerar, que el zapatismo le sigue el juego al sistema dentro de una estrategia anti-AMLO, para desbarrancar sus posibilidades de triunfo. Dentro de este discurso manipulador, hay quienes acusan al zapatismo de obstruir el triunfo de AMLO en el 2006, cuando este grupo decidió participar con la Otra Campaña. De igual manera los acusan de su silencio en contra de Peña Nieto en el 2012, y finalmente, ahora que AMLO aparece a la cabeza de las encuestas, el EZLN anuncia su participación y con ello se presta al juego de los intereses del sistema.
Dentro de esta lógica, hay quienes con un desconocimiento de la historia, acusan al zapatismo, y específicamente al subcomandante Marcos-Galeano de salinista, borrando con esta afirmación el tramo de la historia en la que la rebelión indígena zapatista del 1 de enero de 1994, destruyó el mito de Salinas de la modernización y el progreso de México, que le permitió ganar unos meses antes el reconocimiento del hombre del año por la revista TIME.
Estas afirmaciones, ignoran la influencia que el zapatismo tuvo para que el régimen político aceptara impulsar la más importante reforma electoral en el año de 1997, misma que fue determinante para la derrota del PRI en las elecciones del año 2000, en virtud de que se eliminó el control del Estado sobre la calificación de los resultados electorales. De igual manera muestra desconocimiento sobre el papel que desempeñaron los diputados y senadores del PRD, cuando a propuesta del presidente Vicente Fox, se discutieron en el Congreso Los Acuerdo de San Andrés, mismos que se aprobaron con modificaciones, eliminando el concepto de sujetos de interés público a las comunidades.
De igual manera desconocen el papel que desempeñaron algunos gobiernos del PRD en municipios de Los Altos y Norte de Chiapas, en la que se dio la persecución y represión a grupos de zapatistas, mostrando que esos gobiernos no se diferencian en Chiapas a los gobiernos del PRI.
Frente al discurso manipulador, que privilegia la especulación más que la reflexión política, las razones del EZLN son claras: AMLO no representan la alternativa para las comunidades indígenas y esta conclusión es simple, en los más de 16 años que AMLO lleva construyendo su candidatura, jamás ha encabezado las demandas zapatistas y menos las ha hecho programas de gobierno.
Frente a esta postura, la decisión del EZLN es congruente con su lucha sostenida, construir una candidatura propia, que les permita colocar sus banderas sociales en el ámbito nacional e internacional, obtener vigencia política y aprovechar la contienda electoral para influir en la agenda política nacional, pero sobre todo, mantener viva la resistencia en las comunidades y asegurar la sobrevivencia.
De quedarse con los brazos cruzados el avasallamiento resulta inevitable y más por la disputa de las más de 30 mil hectáreas en poder de zapatistas y adherentes a la Sexta Declaración de la Selva, que se consideran como tierras de nadie, ante los ojos de las otras organizaciones que interactúan en el mismo territorio y rivalizan con los zapatistas.
