El triunfo de AMLO

Editorial
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En las elecciones del 2006, Vicente Fox utilizó de manera ilegal los recursos en manos del presidente para impedir el triunfo electoral de López Obrador y el beneficiario de ese acto fue Felipe Calderón. Doce años después, con un país más maltrecho y con una delincuencia organizada que tiene infiltrada a las policías municipales de los municipios más importantes del país, lo que representa riesgos para la seguridad y para el establecimiento de un gobierno democrático, López Obrador gana la presidencia de la república.

 

El país, hoy tiene peores condiciones sociales y económicas que las existentes en el 2006. En el que algunos años todavía le tocó la bonanza del precio del petróleo y altos ingresos de remesas, pero el país se descompuso cuando Felipe Calderón, sin una estrategia definida para mejorar los sistemas de procuración e impartición de justicia, se lanzó a la aventura de declararle la guerra a la delincuencia organizada y sacó al ejército de los cuárteles para que realizaran funciones de seguridad pública.

A partir de ese momento la inseguridad en lugar de disminuir se incrementó y se multiplicó el número de violaciones a los derechos humanos en el que la ciudadanía empezó a resentir la violencia generada por la delincuencia pero también empezó a padecer abusos policíacos y violaciones de parte de las fuerzas armadas. La combinación de inseguridad y violaciones de derechos humanos afectan directamente a la democracia, pues se pierden espacios de libertad y  se reducen derechos en aras de la lucha contra el crimen, pero también se incrementa el conservadurismo político en la población debido a que empieza a demandar y a aplaudir la intervención militar en la imposición del orden para garantizar la seguridad. Y eso termina legitimando el accionar del ejército en la calle.

El daño ocasionado por el gobierno de Felipe Calderón es irreversible. El número de muertos y desaparecidos en ese sexenio supera las cifras de muertos y desaparecidos por el gobierno más cruento de América Latina como es el gobierno de los militares en Argentina. Lo grave, es que esa guerra sin estrategia continuó en el gobierno de Peña Nieto y las cifras de homicidios y desapariciones forzadas se convirtieron en cifras escalofriantes.

El triunfo electoral de López Obrador llega doce años tarde. En circunstancias por demás complicadas para reducir la inseguridad, de garantizar el respeto a los derechos humanos, de construir las bases para un proyecto democrático, con la economía del país que no crece, sin los ingresos petroleros, con los riesgos de una devaluación mayor, con una población empobrecida y sin experiencia de vida democrática.

Las tareas son titánicas pues se tiene poco tiempo para transformar la rueca de la historia y la crisis del Estado mexicano tiene características diversas. Hay un entusiasmo popular y existe la esperanza de un cambio, que representa el mayor compromiso de AMLO.  Muchos de los cambios que contempla el proyecto de nación se debieron de haber cumplido décadas atrás y otros son de mediano plazo. Lo importante, es que el nuevo gobierno tiene en este momento una legitimidad indiscutible, pero tendrá que refrendarla a diario, y eso sólo es posible con eficacia y gobernabilidad. Dos aspectos que México requiere y en donde ya no hay excusa  para yerros.