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El responsable de la violencia poselectoral

Editorial
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En reiteradas ocasiones se mencionó que el gobernador Manuel Velasco Coello, al intervenir directamente en el proceso electoral se convertía en automático en el responsable de la violencia poselectoral. Esta ya se presentó en los municipios de Venustiano Carranza, Tila, Ocozocuatla, Tapilula y La Concordia, en donde se reportan tres muertos, varios heridos y carros y viviendas incendiadas.

 

En el afán de imponer a su sucesor, Velasco Coello quebrantó las posibilidades de un proceso en el que privara la paz y la civilidad y un día después de las elecciones empiezan a surgir las protestas, en donde la violencia supera cualquier posibilidad de la política. El gobernador definió una estrategia para avasallar a los candidatos incómodos y a través de la alianza con MORENA implementó un fraude electoral con visos de legalidad y de legitimidad.

Él fue el que puso la mayoría de los candidatos a las presidencias municipales en los distintos partidos políticos. Él le dijo a la mayoría de los candidatos que tenían su apoyo. Él, con recursos de Chiapas, financió gran parte de las campañas de los partidos y la compra de votos. Él instruyó la operación de la estructura de los programas sociales para orientar el voto del hambre. Él es el presunto culpable de los incidentes de violencia y de los muertos en la entidad debido a los conflictos poselectorales.

El papel que viene desempeñando el secretario de gobierno resulta patético e irresponsable. Mario Carlos Culebro cree que la violencia poselectoral se resuelve con comunicados que conminan a la paz y con el envío de la fuerza de tarea de la secretaría de seguridad. Nunca entendió que la violencia en varios municipios es una crónica anunciada en la que la secretaría de gobierno estaba obligada a prevenir la violencia y a tomar las  medidas necesarias para disuadir la protesta y proteger a la población. Pero no lo hizo, y eso convierte al secretario en corresponsable de los sucesos violentos en donde desafortunadamente ya se presentaron pérdidas irreparables de vida.

En todos los conflictos poselectorales siempre se pone en riesgo el derecho a la vida de la población. Por eso es obligación de la autoridad prever los escenarios de conflicto y más en una elección como la que se vivió el domingo pasado, en donde los intereses del gobernador se impusieron sobre los partidos, los militantes y la población chiapaneca, en donde las principales candidaturas recayeron en sus empleados.

La crisis de gobernabilidad en Chiapas no es por la coyuntura electoral, ésta tiene antecedentes desde el primer día, debido a la ineficacia y la inacción con la que actúa  este gobierno, pero esta crisis puede acrecentarse por el malestar electoral, en el que se jugó con la ilusión de los candidatos, en la que unos fueron engañados y a otros simplemente se les mandó a a perder aunque hayan sido empleados en la primer línea, por todo ello se violentó la voluntad popular, a quien se le pidió su voto para candidatos previamente palomeados por el gobernador, en el que se legalizó y legitimó la farsa montada por Velasco Coello, a quien no se le puede sustraer la responsabilidad que tiene de toda la violencia que se llegue a generar por el manoseo de las elecciones.