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Tue, Apr
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Gobierno de Velasco Coello con balance negativo

Editorial
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El gobierno de Manuel Velasco Coello, desde el primer día de gestión, demostró una  parálisis en la toma de decisiones, en la que bien a bien nunca se supo quien era el que mandaba – pero el rumor popular señalaba que era su madre-, ese gobierno se caracterizó por sus decisiones cada vez más desacertadas, que terminaron convirtiendo la gobernanza de la entidad en un polvorín, en el que se preveía que las elecciones iban a ser de alto riesgo, por la descomposición social generalizada,  debido a la inacción política y a la desatención de los problemas de la entidad.

 

La crisis que hay en este momento en Chiapas se deben fundamentalmente a la falta de oficio que hay en el palacio de gobierno y a la ausencia de programas de gobierno que den rumbo y certidumbre a la población. En Chiapas se descuido la eficacia y eficiencia en la atención de las demandas de los grupos; al gobernador nunca le preocupó la integración de un gabinete que estuviera a la altura de las circunstancias de la sociedad chiapaneca,  por lo que nunca hizo el ajuste de su gabinete, aún y cuando resultó evidente que la mayoría de ellos estaban rebasados y los límites de la  incompetencia de los funcionarios estaba plenamente demostrada; la corrupción de muchos de esos funcionarios salta a la vista y muchos de ellos se enriquecieron, a plena luz del día sin el rubor de cuidar las formas; el gobernante toleró y fomentó el juego de las candidaturas para distintos cargos de elección y jugó con todos haciéndoles sentir que contaban con su apoyo, y con ello el gobernador Velasco Coello cometió burlas y agravios que no tardan en ser reclamados.

La única preocupación del gobernador fue la de ganar elecciones. Lo paradójico de ese interés es que no cuidó su propia sucesión y aunque aparentemente Manuel Velasco haya salido como el gran triunfador, en el imaginario de la población se le reconoce como el peor gobernante de la historia de Chiapas y esta consideración queda para la eternidad.

A cuatro meses de que concluya este malogrado gobierno, se dejan traslucir simbolismos políticos que pueden resultar de altos costos sociales, como el desánimo que hay para gobernar, en donde la actividad del gobierno se volvió irrelevante para el gobernador.

Velasco Coello nunca entendió que el propósito de la actividad política es la de crear una sociedad en donde se reproduzca la libertad, la convivencia democrática, los derechos humanos, el respeto a la diferencia, los anhelos por la paz, el respeto al medio ambiente y una lucha permanente por la construcción de mejores estándares de vida para la población. Y como no entiende este espíritu de la política, prefiere manejarse en la ilegalidad, en la frivolidad, en el cinismo, en la opacidad, en la corrupción y en la impunidad y cree que esta condición es para siempre, por eso disputa el proceso electoral con fechorías, sin darse cuenta que las irregularidades de su gobierno son inimaginables, a punto tal que el fuero que le otorga el senado no es inmunidad, pues tarde o temprano el gobernador electo tomará distancia del gobierno de Velasco Coello.