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La encrucijada de la Normal Rural de Mactumatzá

Editorial
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La Escuela Normal Rural de Mactumatzá se encuentra en este momento en medio de una andanada de críticas en las Redes Sociales, en donde existen voces que criminalizan a los normalistas y otras que plantean la exigencia de la cancelación de este programa académico y el cierre de la institución.

 

El motivo de estas críticas se debe al fallecimiento de un estudiante de nuevo ingreso provocado por las actividades de iniciación que prevalecen en este centro escolar, que dio pauta para que se conociera que un año antes otra estudiante había fallecido por las mismas cusas, lo que desató la campaña mediática en contra de la institución.

Es un hecho que el fallecimiento de los dos estudiante, debido a la sobreexposición de la actividad física contemplada por esta iniciación no debe quedar impune. Para ello se debe realizar una investigación imparcial, transparente y apegada a la ley, algo que simplemente no existe en el sistema de procuración de justicia en el país.

Las voces que criminalizan a los estudiantes de la normal de Mactumatzá sólo ven una parte de la realidad, por eso exigen el castigo de los estudiantes responsables que organizan esta iniciación. Con ello pierden de vista que esta actividad tiene años que se realiza en la institución y no ha existido un profesor, un directivo o un funcionario de la secretaría de educación en el Estado y de la federación que ponga límites a esta práctica que humilla y degrada la dignidad de los estudiantes de nuevo ingreso.

Los estudiantes de la escuela normal son eso, estudiantes, que participan en un programa académico de formación: de allí la obligación de la institución de formar a esos estudiantes función que no se viene realizando. La institución al permitir las prácticas violatorias a la dignidad humana, no está cumpliendo con la responsabilidad formadora de los futuros maestros. Y la secretaría de educación, al tolerar y desentenderse de lo que sucede al interior de Mactumatzá, se vuelve directamente responsable de las violaciones a los derechos humanos que se reproducen al interior de la institución.

Por eso la investigación de los decesos de los estudiantes no puede quedarse en la superficialidad sino que debe entrar al fondo del problema y castigar a los responsables que permitieron y toleraron no sólo el autogobierno en Mactumatzá sino también la perversión de un modelo académico que terminó ideologizando los principios educativos del normalismo rural, sobre todo porque la rectoría de la educación normal la tiene el Estado y éste dejó de cumplir sus responsabilidades de rector de la educación.

En efecto, el modelo académico de las normales rurales está pervertido y esta perversión no tiene nada que ver con el fomento de la actividad crítica de los estudiantes, en virtud de que la educación, en todos los niveles, debiera de fomentar y garantizar el espíritu crítico y reflexivo de los alumnos como un ejercicio de ciudadanía. La perversión se dio en el privilegio de una práctica política ideologizante, que nada tiene que ver con un proyecto democrático, en el que se sacrifica lo esencial, como es la formación académica integral de los estudiantes, en donde existen indicadores que demuestran que los estudiantes de Mactumatzá no son los mejores estudiantes de las escuelas normales en Chiapas.

La criminalización de Mactumatzá, con argumentos superficiales, exonera la responsabilidad institucional que tienen las autoridades educativas de la federación y de la entidad, quienes tienen conocimiento del autogobierno estudiantil que se constituyó en Mactumatzá y que participa en la toma de decisiones y en la organización escolar, que debiera ser facultad exclusiva de la dirección de la institución y del Estado.

Por esta omisión administrativa, el fin de semana fue detenido el director de Mactumatzá, que representa el eslabón más débil de en la complicidad que existe por parte de las autoridades educativas. Esta detención, por lo limitado de sus alcances, dejó de ser una acción judicial y se convirtió en una lucha política.  Ambas condiciones dejan de lado el aspecto académico, que debiera ser la columna vertebral de cualquier salida del conflicto que enfrenta en estos momento la normal de Mactumatzá.