Con la toma de posesión de los diputados locales y las presidencias municipales inicia en Chiapas un gobierno que en el discurso se maneja como de izquierda, pero que en realidad mantiene alianzas y complicidades con el sector más corrupto del PRI, que es el partido verde en la entidad.
Nunca como ahora la política en el Estado está cargada de desprestigio, de cinismo y desconfianza, en donde es necesario dar un viraje de 180 grados y romper el cordón umbilical que une a esta generación de políticos con el gobierno de Manuel Velasco Coello.
El triunfo de Rutilio Escandón, así como el de la mayoría de políticos que hoy toman el cargo de elección popular, está empañado por el intervencionismo abusivo del gobernador Manuel Velasco en las elecciones, en el que puede identificarse con claridad, tres momentos.
En el proceso electoral del 1 de julio, el gobernador no sólo no propició sino que evitó condiciones de equidad en las elecciones interviniendo en los procesos internos de designación de candidatos en las distintas alianzas partidarias. En el afán de imponer candidatos a la gubernatura en todas las alianzas, terminó minando los proyectos políticos lo que le permitió manipular los resultados.
El gobernador obstruyó la posibilidad de que la población pudiera elegir libremente entre las distintas opciones e impidió la discusión de proyectos de los candidatos de manera deliberativos, como fue la cancelación del debate entre los candidatos, en el que se canceló la posibilidad de que se conocieran las agendas políticas, los programas y las políticas públicas que los candidatos proponían para mejorar la vida pública de Chiapas. La intervención gubernamental fue descarada, ya que el propio gobernador del Estado le habló al presidente del IEPC para comunicarle que varios candidatos estaban de acuerdo con la suspensión del debate.
El gobernador canceló el derecho político a la representación indígena y a la de género, al definir candidaturas que pisoteaban disposiciones como la representación de los pueblos indígenas tanto en el ámbito local como en el federal, al permitir el registro de candidaturas de no indígenas y a la vez, se institucionalizó la simulación de la representación de género, en el que las condiciones de representación de las mujeres se constituyó sobre la base de la asignación del cargo a las consortes y al linaje de los políticos, en la que finalmente se consolidó la visión patriarcal en la representación política de género.
La elección en Chiapas fue un fraude, pero en el que se guardan silencios porque en las maniobras gubernamentales MORENA salió favorecido y obtuvo una mayoría en el Congreso Local, llevando candidatos a las diputaciones a personajes ligados al Verde y ganó las principales presidencias municipales de la entidad, con el voto del hambre promovido desde el gobierno.
Por ello este gobierno nace desde la sospecha, al que por el bien de Chiapas se le desea éxito.
