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Thu, Apr
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Gobiernos desafortunados en Chiapas

Editorial
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El ejercicio del poder en muchas ocasiones está acompañado de una creciente pérdida del sentido de la realidad. Esto resulta evidente en los últimos gobernadores de Chiapas, que en medio de un desastre gubernamental creían que estaban realizando un gobierno ejemplar.

Juan Sabines  inventó la historia del Biodisel y en el extremo de la megalomanía organizó eventos como el del primer vuelo de Interjet con Biodisel, montó las estaciones expendedoras de este combustible y en medio de su locura buscó embaucar al Secretario General de la ONU, que Chiapas era un importante productor de Biodisel.

La pérdida del sentido de realidad en Sabines Guerrero  resulta emblemática, pues a la fecha, con el proyecto de las ciudades rurales, sigue pensando que las acciones de su gobierno redujeron la pobreza y que el programa de Amanecer fue un instrumento promotor de inversión.

Manuel Velasco también vivió en una burbuja que le impedía ver la realidad de su gobierno, en el que estaba convencido que el pueblo de Chiapas lo quería y se lo hacía sentir en los eventos, en donde miles lo vitoreaban y él les hablaba a sus mujeres. En esa pérdida de sentido de realidad se promovió en todo el país en la búsqueda de la presidencia, y Chiapas vivió un período de corrupción, despilfarro e impunidad.

Tal parece que los males del ejercicio del poder se contagian en virtud de que el gobierno de Rutilio Escandón vive una fase extrema de descomposición social con problemas de gobernabilidad y de inseguridad nunca vistos, pero él está convencido que viene realizando un extraordinario gobierno. Un día habla de la paz y seguridad en Chiapas. Otro día menciona que en Chiapas nadie está por encima de la ley. Con frecuencia suele hablar de que en Chiapas se acabó la corrupción. La pérdida de sentido de la realidad en Rutilio Escandón no le permite visualizar que en Chiapas no hay gobierno o peor aún, no hay Estado.

Gran parte de este mal en Chiapas se debe a la actitud de lisonja que se expresa en torno del gobernador y a la ausencia de una oposición real, que lo presione a ser cuidadoso en la toma de decisiones. Esta situación ocasiona que nadie se atreva a señalarle al gobernador los errores y  que no haya límites al ejercicio del poder del gobernante. A eso hay que agregarle los significados de la cultura política que considera que el jefe nunca se equivoca o la del jefe siempre tiene la razón, pero también está la desafortunada frase de que en Chiapas ni las hojas de los árboles se mueven sin la autorización del gobernador.