La UNACH requiere de mucho trabajo académico para salir de la crisis financiera que tiene. El problema tiene muchas implicaciones debido a cómo se puede impulsar el trabajo académico si se carece de un proyecto de universidad. Desde sus orígenes la UNACH fue creada para cumplir sólo con la función de docencia para formar profesionistas y se dejaron de lado otras funciones sustantivas de la universidad como es la investigación, la divulgación de la cultura y la vinculación social.
Con esa idea de una universidad donde se realiza solo docencia, se descuidaron los perfiles académicos y para salir del paso, se terminó contratando personal docente con estudios de licenciatura y no así el de un recurso humano con plazas de tiempo completo, con posgrado y con las competencias para desarrollar todas las funciones universitarias.
La UNACH empezó a cambiar su rostro a mediados de los años 90, cuando la Secretaría de Educación Pública inició el Programa de Mejoramiento del Profesorado, que otorgó becas nacionales y al extranjero, para que docentes universitarios realizaran estudios de maestría y doctorado, asimismo empezó a destinar plazas de tiempo completo con la finalidad de fortalecer la planta docente.
Fueron muchos docentes de la UNACH los que se beneficiaron con los apoyos de beca para realizar estudios de posgrado a través de ese programa y la institución empezó a recibir al año un promedio de 40 plazas de tiempo completo. Fue a finales de los 90 cuando la UNACH tuvo su primer Investigador Nacional, aún y cuando la investigación ha estado relegada del trabajo universitario y los apoyos destinados para investigación son prácticamente inexistentes. A la fecha la investigación que se realiza en la UNACH es producto del esfuerzo personal de un pequeño grupo de docentes, que pese a la universidad, trabajan y publican los resultados de su investigación.
A poco más de 20 años de la operación del PROMEP en la UNACH, la secretaría le entregó a la universidad un promedio de 700 plazas de tiempo completo que debieron de ser entregadas a profesores que tuvieran el grado de doctor y el compromiso debía ir acompañado de que destinaran 20 horas para realizar investigación. Lo grave es que la UNACH incumplió ese compromiso nacional y la mayoría de esas plazas fueron asignadas a personal sin el doctorado e incluso sin la maestría. En esa falta grave en el que se descuidaron los perfiles académicos, comparten responsabilidad y complicidades los distintos rectores de la universidad y el sindicato de personal académico. En realidad son muy pocas plazas las que han sido asignadas por concurso de oposición, pues esta práctica no se institucionalizó en la UNACH. De igual manera el CONACYT creó un programa para fortalecer los cuerpos académicos a través de la modalidad de Retención y de Repatriación, en donde la universidad puede incorporar a un egresado de un doctorado del padrón de calidad o bien repatriar a mexicanos con el grado de doctor que laboren en el extranjero, una condición de estos recursos es que los beneficiarios accedan al siguiente año al Sistema Nacional de Investigadores.
La UNACH tiene aproximadamente 2 mil 400 profesores, de ellos mil 16 son de tiempo completo y poco menos de 500 docentes tienen el grado de doctor y solo 100 de ellos forman parte del Sistema Nacional de Investigadores. Con estas cifras la UNACH es indefendible y la pregunta que se hacen en la SEP es: ¿Qué hicieron con las más de 700 plazas de tiempo completo que se le transfirieron a la universidad, donde todos los beneficiarios de estos recursos debían de tener el grado de doctor?
En la UNACH no hay transparencia en el manejo de los recursos y esto hace todavía más indefendible a la institución, que tiene una deuda de dos mil quinientos millones de pesos. Por ello se hace necesario generalizar el debate para definir el rumbo de la universidad y buscar el equilibrio en la realización de todas las funciones de la universidad.
Este debate no está presente en estos momentos en la UNACH y lo que se viene desarrollando es la descalificación de todo aquel que piensa distinto a la dirigencia sindical. Lo peligroso y dañino de esta circunstancia, es que en la universidad se castigue la difusión de ideas y se desarrolle el terror sindical en contra de los docentes que tienen voz propia y trabajo académico que los respalda. Algo que desafortunadamente no tiene la dirigencia sindical, por eso establece la diatriba como forma de defender las ilegalidades y la corrupción en la UNACH.
El rumbo de la universidad se tiene que definir con el debate de ideas y propuestas y no a través de la injuria y el chantaje que promueve la secretaria general del sindicato.
Las cifras de la UNACH la hacen indefendible
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