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Malos augurios para Chiapas

Editorial
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 El gobierno de Chiapas necesita urgentemente de oxígeno y operación política. Al agobio financiero y crisis de gobernabilidad que heredó de la administración anterior, ahora se le sumó el problema de la inseguridad, situación que complica en demasía las posibilidades de Rutilio Escandón de cumplir con las expectativas que la gente se hizo con el cambio de gobierno.

 

Por diversas razones, pero fundamentalmente por la falta de oficio político, Chiapas venía arrastrando de años atrás, problemas de gobernabilidad, pero ésta se mantenía en los niveles controlables, situación que cambia drásticamente cuando se generalizan  los problemas de inseguridad. Al inicio del nuevo gobierno la inseguridad empezó a crecer y ahora se habla de secuestros, asesinatos, ejecuciones de activistas, asaltos bancarios, invasiones a la propiedad y desalojos. La gravedad de los momentos que se viven en gran parte de la entidad se incrementa con la simulación política y con acciones mediáticas que buscan ocultar e incluso negar la situación que se vive en las calles y en el patrimonio de las familias.

¿Cómo hacer frente a esta difícil situación? ¿Cómo cambiar el rostro de Chiapas para beneficio y la convivencia de la sociedad? Sin duda no hay recetas mágicas para esto, pero se  puede iniciar modificando las formas de hacer política, en donde el principio de las acciones sea la eficacia. De igual manera se debe reducir los índices de impunidad, para ello la impartición y procuración de la justicia debe ser más eficiente, lo que implica una aplicación irrestricta de la ley para reducir la selectividad y los privilegios. De la misma forma, se debe otorgar mayores facultades a los municipios y autonomía financiera para buscar reconstruir la gobernabilidad democrática desde ese nivel de gobierno. Asimismo, es urgente el diseño de un programa emergente de recuperación económica que capitalice los sectores productivos y se fomente la creación de empleos. Por último, en lugar de construir una reconcentración del poder y apostar todo a las acciones del gobierno del presidente López Obrador se debe promover un nuevo federalismo, que permita construir nuevos pactos fiscales y otro tipo de acuerdos políticos.

De no realizarse un cambio de timón, los problemas de gobernabilidad, la violencia y la inseguridad, van a ir a la alza debido al alto índice de impunidad que hay en Chiapas, que lamentablemente es el más alto del país, de un 99%, lo que significa que de 100 delitos  que se cometen en la entidad sólo uno se sanciona. Condición que evidencia los niveles de complicidad que hay entre los cuerpos policiales, ministerios públicos, jueces y delincuencia.

De continuar con esta dinámica de problemas de gobernabilidad con inseguridad, poco se puede esperar de este gobierno, pues las actividades económicas sufrirán una terrible parálisis y seguramente una regresión económica, en donde el campo en este momento carece de condiciones para reactivar la producción agropecuaria.

Por eso Chiapas requiere urgentemente de oxigeno y una cirugía mayor. Pero el gobernador Rutilio Escandón tiene otra mirada, está situado en otro punto de la realidad y está convencido que viene realizando un buen gobierno. Esto significa que el gobernador no escucha a nadie.

La violencia, pobreza, inseguridad, desempleo, deficiencia institucional y delincuencia organizada,  son una combinación fatal , que está presente en Chiapas y  que no tiene buenos augurios. Todo esto se convierte en un estallido social con la ausencia de gabinete y de plan de gobierno que persiste en la entidad, lo que hace prácticamente imposible que el gobernador pueda tener márgenes de maniobra.

Los males de la entidad no se van a resolver en seis años. Pero es urgente que se sienten las bases para un proyecto de desarrollo, en el que puedan incorporarse todas las voces en la entidad.