El gobierno de Rutilio Escandón parte de una visión equivocada al creer que se puede legitimar a través de la violencia en lugar de la eficacia. Si bien es cierto que la organización MOCRI EZ es indefendible, también es cierto que el gobierno de Rutilio se encuentra muy lejos de las expectativas que tiene la población, que cada día que pasa no encuentra respuesta a sus necesidades.
Lo peor que podía pasarle al gobernador ya le sucedió, construir un mundo paralelo en el que todo está muy bien y que nadie le comente que en Chiapas existen graves problemas de gobernabilidad, de inseguridad, que literalmente el campo se está incendiando, que su gabinete luce su inoperancia y que a días de que empiece la temporada de lluvias la secretaría del campo no tiene ningún programa de apoyo a los productores.
Ese mundo irreal en el que vive el gobernador, se fortalece momentáneamente porque mediáticamente se ha visto como exitoso el desalojo de los predios invadidos por la MOCRI, pero ese empoderamiento es fantasioso, pues no hay programa ni acciones de gobierno y porque representa un riesgo mayúsculo pretender gobernar con la fiscalía, que se caracteriza por inventar culpables y por practicar la tortura como método de incriminación.
Chiapas vive un gobierno de ficción, que desperdició los primeros 100 días del sexenio, por no haber previsto un programa de acciones inmediatas, que no tiene rumbo ni conocimiento de las necesidades de Chiapas, que no tiene un plan de gobierno y que su única referencia para convencer a la población de que hay un futuro prominente, es la referencia permanente del gobierno de Andrés Manuel López Obrador.
Chiapas no puede gobernarse en la fantasía y la irresponsabilidad. Chiapas tiene problemas serios, con una frontera porosa, que por el flujo de migrantes representa un riesgo para la seguridad nacional del país, y el gobierno federal no ha previsto ningún plan de atención y ayuda humanitaria para los migrantes y continúa actuando con ligereza, haciendo el trabajo sucio al gobierno norteamericano.
Lo más correcto para Chiapas y saludable para el gobernador del Estado, es poner los pies en la tierra y reconocer que no hay eficacia ni gobernabilidad y que la inseguridad se apoderó de las calles y que esto representa una amenaza seria al patrimonio y a la vida de la población chiapaneca. Con el reconocimiento de la realidad el gobernante se obligaría a exigir mayor eficacia a sus colaboradores y evaluar los resultados.
La venta de ficciones en el gobierno debe quedar como parte del pasado, pues en Chiapas ya se vivió la experiencia de un gobierno de ficción como el de Juan Sabines y el de un gobierno de indiferencia como el de Manuel Velasco Coello.
Chiapas literalmente se está incendiando y no se ven visos que las autoridades actúen para controlar y prevenir los incendios. Las pérdidas ocasionadas por los incendios son incalculables y raya en el coraje y la indignación la indiferencia del comportamiento gubernamental.
Literalmente Chiapas se incendia
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