La fantasía de más con lo mismo

Editorial
Typography

Chiapas históricamente ha sido gobernado desde una mirada e intereses del centro del país, en donde las condiciones locales no importa. Eso obligaba al nuevo gobierno a tener, a partir del primer día, una agenda para Chiapas, que desafortunadamente no ha sido elaborada por el gobernador, y se corre el riesgo en que Chiapas se administre desde la capital del país.

Es cierto que las condiciones sociales en Chiapas se encuentran deterioradas a niveles peligrosos, en el que no existe gobernabilidad, donde la inseguridad en el Estado se ha incrementado y en el que las caravanas de migrantes han agudizado ambas situaciones. De igual manera resulta cierto que no hay gabinete ni plan de gobierno y lo que prevalece son la ocurrencias inundadas por un discurso demagógico, más cercano al viejo PRI que al proyecto político de un gobierno de izquierda que pretenden representar.

Después de doce años de gobiernos malogrados, que terminaron con una deslegitimidad, un hartazgo y un malestar popular, era obvio lo complicado que iba a resultar reconstruir los márgenes de gobernabilidad en los próximos seis años. Con este panorama, el peor escenario que podía llegar a suceder es que se incrementara la violencia y la inseguridad en el Estado. Y desafortunadamente sucedió, aún y cuando el discurso oficial se empecina en inventar de que todo va bien.

De igual manera el derroche presupuestal fue excesivo en los últimos doce años, lo que hacía vislumbrar situaciones complicadas para este año y peor aún si no mejoraban las condiciones del crecimiento económico de la entidad, en donde Chiapas tiene una tasa negativa de crecimiento.

El punto crítico que la administración de Rutilio Escandón no logra superar, es la herencia del relajamiento de la autoridad que se institucionalizó en los anteriores gobiernos, en el que se creó en el imaginario de la población que el Estado no funciona en la entidad y esto se refleja en los índices de impunidad que tiene Chiapas, que es del 99%, lo que significa que solo un delito por cada cien que se cometen se castiga.

Este escenario de debilidad de las instituciones es el que se debía de borrar de un plumazo, pero que desafortunadamente permanece en la gestión de Rutilio Escandón, que en los cinco meses que lleva la administración continúan los problemas sin atender y la inseguridad se disparó a niveles preocupantes, que muestra la deficiente capacidad de respuesta que hay.

Bajo esas circunstancias se requiere urgentemente un cambio de rumbo para Chiapas. Lo que se ha visto hasta hoy de la administración de Rutilio Escandón, es más con lo mismo, en el que se continúa con la misma frivolidad, ineficacia, indiferencia, demagogia e impunidad.