Los desaciertos del gobierno

Editorial
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La información sobre violencia e inseguridad se apoderó de las redes sociales, donde se comparten videos e información de lo que sucede en varias comunidades de la entidad, que muestran a la vez, la descomposición política y social en la entidad, en la que el hartazgo llega al punto de hacer justicia en mano propia, como sucedió en Tapachula, en que dos presuntas ladronas fueron vejadas y exhibidas. Esta realidad contrasta con la visión de las autoridades, que consideran que todo está bien, en el que incluso el gobernador del Estado en una reunión de seguridad, manifestó que vamos bien pero puede estar mejor.

Frente a ese señalamiento, la percepción de la gente es que no vamos bien y con lo que se viene haciendo en materia de seguridad no se puede estar mejor. El gobernador del Estado puede estar mirando su propia realidad, pero esa realidad no corresponde con la percepción generalizada de la población, en el que se considera que la inseguridad está creciendo, y ante la ineficacia del Estado se promueve la aplicación de la ley en mano propia.

En estos momento en Chiapas no existe un programa estatal de seguridad, no existe un programa de fomento al empleo, no existe un programa de estímulos para el crecimiento económico, no existe un programa de salud, de educación y de fomento a las actividades agropecuarias. En este momento lo que hay en Chiapas es un gobernante de ocurrencias, que sólo está a la espera de que el gobierno de Andrés Manuel López Obrador eche a andar sus acciones de política social para subirse a la campaña y promoción de estos apoyos.

En los días de la actual administración hemos sido testigos de la violencia en Amatán, la inoperancia en las acciones para prevenir el desplazamiento interno, la inacción en la atención a los maestros, los homicidios de empresarios gasolineros y de activistas y luchadores sociales, las amenazas de linchamiento en Pueblo Nuevo y la violencia en San Cristóbal de Las Casas; hemos visto el crecimiento de los feminicidios y a la vez hay una preocupante incertidumbre sobre la detención de los presuntos responsables de delitos que la policía ha incriminado, a sabiendas de que son inocentes. Lo extremo de esta incertidumbre generado por la inseguridad, está en la liberación de presos sentenciados como culpables y el encarcelamiento de personas en la que la fiscalía inventa pruebas.

El gobernador  no está comunicando adecuadamente a la sociedad chiapaneca. Su discurso se percibe hueco, demagógico y con muchos cliché que hacen referencia al presidente de la república, pero en cinco meses lo que hay es una ausencia de gobierno y se corre el riesgo de que los 12 años de desaciertos en el ejercicio del poder en la entidad se conviertan en 18 años, si no se cambia el rumbo del quehacer político en Chiapas.