Desde el primer día de gobierno Rutilio Escandón mostró cual iba a ser su estilo personal de gobernar, supeditarse plenamente a los intereses del centro del país, en donde la historia nos indica que las condiciones sociales de la entidad no son prioritarias. Esto coloca en una situación complicada a la población porque eso significa que no hay una agenda política de gobierno ni existe el interés del gobernante de elaborar una, lo que está generando que con mucha suspicacia se comente que Chiapas se convirtió en una oficina más de la presidencia de la república y el que toma las decisiones en la entidad es el secretario de gobierno Ismael Brito Mazariegos.
Bajo estas circunstancias las cosa pública no podría estar peor; las condiciones sociales en Chiapas se encuentran deterioradas a niveles peligrosos, en el que no existe gobernabilidad, donde la inseguridad en el Estado se ha incrementado y en el que las caravanas de migrantes han agudizado ambas situaciones. De igual manera resulta cierto que no hay gabinete ni plan de gobierno y lo que prevalece son la ocurrencias inundadas por un discurso demagógico, más cercano al viejo PRI que al proyecto político de un gobierno de izquierda que pretenden representar.
Después de doce años de gobiernos malogrados, que terminaron con una deslegitimidad, un hartazgo y un malestar popular, era obvio lo complicado que iba a resultar reconstruir los márgenes de gobernabilidad en los próximos seis años. Con este panorama, el peor escenario que podía llegar a suceder es que se incrementara la violencia y la inseguridad en el Estado. Y desafortunadamente sucedió, en el que ahora se convirtió un lugar común las ejecuciones en la vía pública, aún y cuando en el discurso oficial se empecinan en inventar la fantasía de que todo va muy bien.
De igual manera el derroche presupuestal fue excesivo en los últimos doce años, lo que hacía vislumbrar situaciones complicadas para este año y peor aún si no mejoraban las condiciones del crecimiento económico de la entidad, en donde Chiapas tiene una tasa negativa de crecimiento y en donde el semáforo económico del primer trimestre del 2019 muestra un dato alarmante: que no hubo un crecimiento del empleo y que en el primer trimestre hubo una pérdida de 2 889 empleos.
El punto crítico que la administración de Rutilio Escandón no logra superar, es la herencia del relajamiento de la autoridad que se institucionalizó en los anteriores gobiernos, en el que se creó en el imaginario de la población que el Estado no funciona en la entidad y esto se refleja en los índices de impunidad que tiene Chiapas, que es del 99%, lo que significa que solo un delito por cada cien que se cometen se castiga.
Este escenario de debilidad de las instituciones es el que debe ser superado de inmediato, pero que desafortunadamente permanece en la gestión de Rutilio Escandón, que en los siete meses que lleva la administración continúan los problemas sin atender y la inseguridad se disparó a niveles preocupantes, que muestra la deficiente capacidad de respuesta que hay.
Bajo esas circunstancias se requiere urgentemente un cambio de rumbo para Chiapas. Lo que se ha visto hasta hoy de la administración de Rutilio Escandón, es más con lo mismo, en el que se continúa con la misma frivolidad, ineficacia, indiferencia, demagogia e impunidad de los gobiernos que le antecedieron.
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