Un gobierno que no ve, no escucha y no aprende

Editorial
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En diferentes ocasiones la secretaría de gobierno ha manifestado que este gobierno privilegia el diálogo y la negociación para construir acuerdo, pero a la vez, se observa una reincidencia en el uso de la fuerza para “solucionar” los problemas, lo que simplemente significa violaciones a derechos humanos, falta de capacidad de los funcionarios para llegar a acuerdos y construir gobernabilidad democrática.

En Chiapas ha sido reiterado el uso de la fuerza y la arbitrariedad en el ejercicio del poder, pero eso sólo ha ocasionado mayor polaridad y una acumulación de enconos, que ha hecho de Chiapas una sociedad de conflictos, que se acostumbró a que hay que cerrar carreteras, tomar las casetas o secuestrar funcionarios, para que el gobierno establezca la mesa de negociación. Pero al mismo tiempo la inacción del gobierno y el desprecio hacia la movilización política generó que en el gobierno no se tomen mecanismos de prevención de conflictos y se deja que estos estallen para escuchar a las quejas y demandas.

De igual manera, no existe la mínima intención de parte del gobierno de crear en el servicio público una cultura de los derechos humanos,  situación que genera violaciones sistemáticas a los derechos por parte de los funcionarios, y que organismos defensores de derechos humanos tengan puestos los ojos en la entidad, como lo hizo el día de ayer la la Red Nacional de Organismos Civiles de Derechos Humanos “Todos los derechos para todas y todos”, que sacó un comunicado en el que manifiesta su preocupación por la violación a derechos humanos cometidas por autoridades del gobierno de Chiapas  para exhortar al gobierno. Pero el día de antier hubo una reunión de Alexandra Bilak, Directora del Centro de Monitoreo de Desplazamiento Interno (IDMC) con sede en Ginebra Suiza, con Ismael Brito Mazariegos, secretario de gobierno, para conocer la problemática de los desplazados del Ejido Puebla de Chenalhó.

Es una realidad que la operación política en Chiapas no está funcionando y no funciona, porque existe una visión clientelar por parte de los funcionarios y no una visión de Estado, de preocupación real por mejorar las condiciones de gobernabilidad y atender las demandas de la población, sin que esto conlleve a un beneficio electoral o a construir redes de complicidad para la obtención del voto. Ismael Brito no está trabajando para ser secretario de gobierno sino para obtener beneficios electorales en el futuro. Además está rodeado de personajes de la peor ralea, que en un gobierno democrático estarían sometidos a juicios, ya sea por golpear mujeres, por dedicarse a la trata, a la extorsión, por enriquecimiento inexplicable o por incurrir en delitos electorales.

Lo que debiera ser un gobierno democrático, que empoderara a los ciudadanos, que fortaleciera la transparencia y que mejorara la eficacia, está convertido en una continuidad de lo mismo que ha dañado a Chiapas y con su actuación como gobierno están traicionando a los chiapanecos, que confiaron en que con Rutilio Escandón iba a ser un gobierno diferente.