Dos riesgos que presentan los Estados en vía a la democracia son la continuación del uso del derecho para violar otros derechos humanos y la debilidad del Estado para impulsar los cambios que sean necesarios. Ambas situaciones parece que se están viviendo en este momento en México, a través de la maniobra jurídica para convertir todas las instalaciones militares en asunto de seguridad nacional y con ello dejar sin efecto los amparos en contra de la construcción del aeropuerto de Santa Lucía; la otra situación se encuentra en la subordinación del Poder Judicial al presidente, que cancela posibilidades de impartición de justicia, así como la postura del gabinete de seguridad de liberar al hijo del Chapo Guzmán, quien fuera detenido ayer en un operativo militar en Culiacán, Sinaloa.
Esto no es asunto menor, debido a que experiencias similares se han vivido en otros países de América latina, en donde el nivel de la crítica en muchas ocasiones busca colapsar el funcionamiento de gobiernos electos democráticamente. Así sucedió en Argentina y Brasil, en donde la derecha logró la obtención del triunfo electoral en ambos países. Y el retroceso en derechos sociales y económicos ha sido notable, a punto tal, que en las elecciones de unas semanas más en Argentina se espera el triunfo nuevamente de las posturas democráticas, pero el daño ocasionado por esa aventura política está hecho.
En México, la violencia es un riesgo mayor para la vida democrática del país, Violencia que se vive en gran parte del territorio nacional, en el que los Estados con mayor producto interno bruto, son los que más están sufriendo el asedió de esta violencia, ejemplo de ello son Nuevo León, Tamaulipas, Sinaloa, Sonora, Baja california Norte, Estado de México, Michoacán y la Ciudad de México. Junto a ello, algunos desatinos del presidente han desatado la crítica que busca colapsar al gobierno.
En este camino ya no se diferencia entre la crítica que busca construir un mejor gobierno con la crítica que está en contra del gobierno. En este sentido el maniqueismo ha triunfado, en el que se junta a los buenos con los malos y ambos se desechan, por la intención de imponer un solo punto de vista. Con ello se aniquila el pluralismo y eso finalmente ocasiona el alimento del colapso del gobierno.
En estas circunstancias la aprobación de la ley de revocación del mandato es inoportuna. Pues se abre la posibilidad de iniciar campañas a favor y en contra del presidente, en un momento en que la violencia provocada por la delincuencia organizada mantiene un repunte, y en condiciones de una crisis económica mundial, en donde México tiene prendida su economía con alfileres y en donde los programas sociales difícilmente van a reducir los niveles de pobreza, como sí sucedió en Brasil y en Argentina, en los gobiernos de Lula da Silva y los Kirchner, respectivamente.
El desatino judicial de los tribunales en la resolución de la construcción del aeropuerto en Santa Lucía, al aplicar un derecho para violar derechos humanos, va a llevar la polémica en las cortes internacionales, pues los amparos interpuestos no eran solo de los grupos económicos sino también de pueblos indígenas del Estado de México, que son afectados por la obra y el gobierno incumplió con el derecho a la consulta que mandata el Convenio 169 de la OIT y una docena de resoluciones sobre la materia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos.
Pero a su vez, lo sucedido ayer en Sinaloa, muestra una debilidad del Estado en la lucha en contra de la delincuencia organizada, que va a ser utilizada por grupos contrarios al presidente para colapsar al gobierno.
Si esto fuera un juego de la pirinola, el movimiento rotatorio de la misma está a punto de caer en el lado de la cara que dice: todos pierden.
Los riesgos del colapso del gobierno
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