La administración de Rutilio Escandón abría la posibilidad para conformar un gobierno que promoviera la construcción de un nuevo Chiapas, eso es lo que implicaba la idea del discurso de la transformación y así debía de entenderse. A unos días después de cumplidos el primer año de gobierno, las expectativas que se despertaron con ese triunfo resultan desalentadoras debido a que no se ha logrado romper con la continuidad de la ineficacia, la indiferencia, la abulia y la corrupción que caracterizó a los gobiernos anteriores.
El gobernador en distintos actos ha tenido un discurso agresivo y descalificador en contra del anterior gobierno. Sin embargo esa postura no convence ni constituye algún beneficio, porque él formó parte fundamental de esa administración y fue el heredero o beneficiario directo de las componendas realizadas para trucar las elecciones como si éstas fueran el resultado de la voluntad popular. Pero si se revisa el propio gabinete de Rutilio Escandón se va a observar que el secretario de hacienda, el secretario de gobierno, el fiscal general, la secretaria de seguridad, la secretaria de educación y la secretaria del campo son herencia del gobierno pasado, de allí que no caben las descalificaciones pues forman parte de una continuidad de gobierno.
Cambiar el rostro de Chiapas no significa atacar a exgobernadores sino construir proyectos de gobierno y eso es lo que está ausente en esta administración. Lo criticable de esta situación, es que no se ven visos que con el grupo de funcionarios que integran el gabinete se puedan elaborar los proyecto que Chiapas necesita, ya que no hay talento ni prestigio ni experiencia ni ideas ni conocimiento en los funcionarios de esta administración.
En los doce meses transcurridos, el gobernador Rutilio Escandón no ha realizado ningún cambio en el gabinete, eso es una mala señal porque significa que delegó su responsabilidad en sus colaboradores, que no se ha dado cuenta que su administración requiere urgentemente de una oxigenación y lo peor, es que él mismo esté convencido de que se vienen realizando bien las cosas, sin que hayan resultados. Bajo cualquiera de estos argumentos el escenario es el mismo: no hay gobierno, pero ninguno de sus colaboradores se atreve a decírselo al gobernante.
Chiapas es la única entidad que en los últimos años no ha tenido crecimiento económico y no existe un programa integral de recuperación económica y de fomento al empleo, lo que significa que se continuará con los números rojos y con ello el empobrecimiento de la población.
Bajo estas circunstancias ¿cuál futuro para Chiapas es el que está construyendo esta administración denominada de la transformación? Y la respuesta no puede ser más que la continuidad de un pasado, en el que nada se ha transformado y en el que nadie sabe en qué consiste la transformación.
El gobierno reproduce el pasado
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