La idea en que todo va muy bien

Editorial
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En el desempeño de distintos gobiernos en Chiapas ha sido reiterado el uso de la fuerza y la arbitrariedad en el ejercicio del poder. Esto sólo ha ocasionado una mayor polaridad y una acumulación de enconos, que ha hecho de Chiapas una sociedad de muchos conflictos, que se acostumbró a que hay que cerrar carreteras, tomar las casetas o secuestrar funcionarios, para que el gobierno establezca la mesa de negociación. Pero al mismo tiempo la inacción del gobierno y el desprecio hacia la movilización política generó que en el gobierno no se tomen mecanismos de prevención de conflictos y se deja que estos estallen para escuchar a las quejas y demandas.

De igual manera, no existe la mínima intención de parte del gobierno de crear en el servicio público una cultura de los derechos humanos,  situación que viene provocando prácticas en el que resultan violaciones sistemáticas a los derechos humanos por parte de los funcionarios, y que organismos defensores de derechos humanos tengan puestos los ojos en la entidad, como son dos recomendaciones de la Comisión Nacional de Derechos Humanos y tres medidas cautelares emitidas por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, en donde ambas resoluciones han sido desestimadas por el gobierno de Chiapas y no se han implementado los mecanismos adecuados para dar cumplimiento tanto a las recomendaciones de la CNDH como a las medidas cautelares de la CIDH.

Por ello es necesario reiterar el señalamiento de que la operación política en Chiapas no está funcionando y no funciona, porque existe una visión clientelar de posicionamiento político por parte de los funcionarios y no una visión de Estado, de preocupación real por mejorar las condiciones de gobernabilidad y atender las demandas de la población, sin que esto conlleve a un beneficio electoral o a construir redes de complicidad para la obtención del voto. Ismael Brito no está trabajando para ser un eficaz secretario de gobierno sino para obtener beneficios electorales en el futuro. Además está rodeado de personajes de la peor ralea, que en un gobierno democrático estarían sometidos a juicios, ya sea por golpear mujeres, por dedicarse a la trata, a la extorsión, por enriquecimiento inexplicable o por incurrir en delitos electorales.

El triunfo electoral de Rutilio Escandón convocaba a la integración de un gobierno para la transformación de Chiapas. Sin embargo, lo que debía ser un gobierno democrático, que empoderara a los ciudadanos, que fortaleciera la transparencia y que mejorara la eficacia en el funcionamiento del gobierno, después de un primer año de administración, está convertido en una continuidad de las mismas prácticas políticas que han dañado a la entidad y con su actuación como gobierno están traicionando a los chiapanecos, que confiaron en que iban a ser un gobierno diferente y hasta ahora han quedando a deber, con la gran paradoja en que el gobernante no se ha dado cuenta de la ineficacia que existe en el aparato público y piensa que todo va muy bien...