Necesario el golpe de timón

Editorial
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Una decisión desafortunada de la administración de Rutilio Escandón, para la sociedad chiapaneca, es permitir que la fiscalía general se convierta en un brazo ejecutor de las acciones de gobierno, sobre todo, porque eso significa la incapacidad al diálogo y el rechazo a la construcción de acuerdos políticos, para que prevalezca como camino la violencia institucional, las prácticas de tortura, la invención de delitos, la fabricación de pruebas, la prevalencia de jueces de consigna, lo que implica que el poder judicial está sujeto a los caprichos y violaciones de derechos humanos que se orquestan en la fiscalía general.

Bajo estas condiciones, los derechos humanos en Chiapas no pueden estar peor que en el momento que se vive., debido a que ninguna persona está a salvo de la invención de delitos, la fabricación de pruebas y las detenciones arbitrarias que de manera cotidiana realiza la fiscalía.

Por eso la violencia y la inseguridad se convirtieron en notas recurrentes entre los medios y Redes Sociales. Desafortunada y lamentablemente estos sucesos están presentes en distintos municipios de la entidad, situación que las autoridades se resisten en confirmar e inclusive el gobernador del Estado ha señalado en reunión con su gabinete que en seguridad vamos bien, a pesar de la violencia, de los homicidios, asaltos, ejecuciones extrajudiciales y feminicidios que a diario suceden en la entidad. 

A un año de iniciada esta administración, Chiapas sufre un desencanto con sus autoridades, además de que se vive una crisis económica y de gobernabilidad democrática, sin que las autoridades se preocupen por diseñar un programa de estímulos para el crecimiento económico y de creación de empleo; a la vez, no se tiene un programa de salud ni de educación ni de fomento a las actividades agropecuarias; lo que significa que en Chiapas se continúan con los problemas estructurales de pobreza y de violencia, sin que a estos se les den las atenciones que requieren, y se continúa con la indiferencia como si los problemas de la entidad se fueran a resolver por sí solos.

En reiteradas ocasiones se ha señalado que la Cuarta Transformación que se pregona en Chiapas es sólo un discurso  cargado de demagogia. Aquí en la entidad se mantiene viva la cultura del PRI, que se reproduce bajo el disfraz de MORENA, en el que campea la corrupción, la asignación de obras sin licitación, la fabricación de culpables, la violación de derechos y para colmo de males, ahora desde el palacio de gobierno se repite un discurso ficción, que busca construir la idea de que todo está bien y que la inseguridad ha disminuido.

Esta visión del gobernador va en contrasentido a la opinión de amplios sectores de la población que no perciben ninguna mejoría en las condiciones de vida, que padecen los problemas de inseguridad, que sufren la falta de inversión pública, que se sienten afectados por la crisis económica y la inseguridad, que tiene en riesgo no solo el ingreso de las personas sino también la viabilidad de muchos negocios así como las actividades turísticas y agropecuarias, que debiera de obligar a un golpe de timón para encausar un gobierno que no termina de constituirse y que se percibe sin rumbo.