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Thu, Apr
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Redefinir los nuevos rumbos de Chiapas

Editorial
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Chiapas presenta hoy día un rostro de lo que no se quiere vivir, no más violencia e inseguridad ciudadana. La situación social obliga a una convocatoria hacia una reflexión colectiva para definir los nuevos rumbos de Chiapas con el fin de mejorar la convivencia y las condiciones de vida de la población, pero esta convocatoria no significa un manida unidad chiapaneca, pues se debe respetar la pluralidad política y rechazar todo tipo de manifestación de sumisión y/o de entreguismo como recurrentemente lo han hecho un grupo de personas en los distintos gobiernos de la entidad.

Chiapas viene de 12 años de gobiernos desafortunados y de desaciertos en el ejercicio del poder y se corre el riesgo en que ese período se prolongue a 18 años, si no se cambia el rumbo del quehacer político en Chiapas, debido a que la violencia y la inseguridad están convertidos en notas recurrentes en los medios y Redes Sociales.

Desafortunada y lamentablemente estos sucesos de violencia están presentes con mucha recurrencia en varias localidades de la entidad, situación que las autoridades se resisten en confirmar e inclusive se encubren o maquillan en las reuniones de la mesa de seguridad, a punto tal en que el gobernador del Estado ha mencionado que en seguridad vamos bien pero se puede estar mejor.

Este señalamiento del gobernador, que comparten algunos empresarios que se manifestaron a favor de las acciones del gobierno, contrasta radicalmente con la percepción de muchos sectores de la población que consideran que hay un incremento de la inseguridad y con ello, un incremento de crímenes con violencia, en donde los feminicidos han cargado de indignación y malestar, tal y como se pudo constatar en las manifestaciones recientes de mujeres, en torono del día internacional de la mujer.

En este malestar de la población no se puede pasar por alto, que en Chiapas se sufre de una creciente falta de generación de empleos y que además no existe un programa de estímulos para el crecimiento económico. A la vez, no existe un programa de salud, que se reclama en este período en el que hay una amenaza de contagio viral de coronavirus, ni tampoco existe un programa de mejora de la educación ni de fomento a las actividades agropecuarias; lo que significa que Chiapas padece problemas estructurales de pobreza y de violencia, que no pueden resolverse por sí solos ni aún con las acciones de política social que promueve el gobierno federal, que están focalizadas a algunas regiones, por lo que difícilmente pueden llegar a mejorar las condiciones de vida en la entidad.

En este gobierno hay un descuido en el manejo de la inversión pública, que no está generando el impacto social que se necesita y ni siquiera esta detonando el circulante de capital, en el que se benefician a empresas chiapanecas. Esta situación de falta de inversión puede ser mayor en este período de crisis, en el que se pronostica una disminución del producto interno bruto en el país, en la que ya se prevé una tasa de crecimiento negativo para este año, en donde economías primarias como la Chiapas van a sufrir mayor deterioro. Por es razón urge un programa emergente de recuperación económica y un nuevo pacto político en donde se privilegie a Chiapas y no los intereses electorales que prevalecen en los funcionarios de esta administración.