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Thu, Apr
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El gobernador no tiene quien le escriba

Editorial
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En los 18 meses de la administración de Rutilio Escandón ha quedado claro que el gobernador no estaba preparado para desempeñar el cargo y no se rodeó de los mejores perfiles profesionales de hombre y mujeres de Chiapas que le hicieran el trabajo y con ello ocultar sus limitaciones y la falta de proyectos.

Los nulos resultados de la administración no son para aplaudir o celebrar sino que resultan preocupantes. En este periódico no se apuesta a que le vaya mal a Chiapas, pero en sus páginas se ha señalado que el silogismo de que le vaya bien al gobernador para que le vaya bien a Chiapas es falso y esta falsedad se refleja claramente en los exgobernadores Juan Sabines Guerrero y Manuel Velasco Coello, a quienes les va muy bien y dejaron en el desastre social a Chiapas.

Aquí en estas páginas la apuesta es la mejora de la vida pública de Chiapas, y los desaciertos de los gobernadores se señalan, pero nunca con la intención de celebrar los fracasos gubernamentales. En este sentido preocupa que Rutilio Escandón no esté proponiendo las políticas públicas que procuren el bienestar de la población y que no se tomen las mejores decisiones para controlar la pandemia que ya destrozó las actividades económicas de Chiapas, y no se ven visos que disminuyan el número de contagios y de fallecimientos en donde resulta más que obvio el ocultamiento de información por parte de la autoridad.

En este sentido resultan alarmantes los últimos videos del gobernador del Estado, quien insiste en hablar sin definir un guión que le permita comunicar con mensura e inteligencia sus mensajes, en el que se le observa desencajado y utilizando un discurso de camorrista, que demerita la presencia del gobernador. El lenguaje que ha utilizado llamando cobardes a un grupo político, que no lo menciona por su nombre o el de haraganes, en clara referencia a quienes utilizaban las escoltas, no lo ayudan a la construcción de gobierno, pero sí deja entrever el rostro de la ira y la impotencia de un gobernador que no sabe qué hacer, y que lo puede conducir a las peores decisiones enmarcadas por la represión y el autoritarismo, y con un discurso que refleja la vieja tradición de la simulación y la demagogia del PRI.

El gobernador tiene que reconocer que está inmerso en una crisis política en su gobierno, y que de esta crisis política no va a salir con el uso de la fiscalía del Estado. El propio affaire de su hija forma parte de esta crisis política, que se va a agudizar por la intención de fabricar expedientes, en lugar de resolver los problemas que se convirtieron en noticias nacionales. El argumento que se está manejando de mencionar que el escolta que baleó a la expareja de la hija labora en una empresa de  seguridad privada es falaz, debido a que esto no exime de la responsabilidad de su hija de traer un guardaespalda, que con gran ligereza balea a una persona.

El gobernador requiere cambiar urgentemente de discurso y si para eso necesita a alguien que le escriba los mensajes que lo contrate de inmediato, pero no puede continuar mostrando sus limitaciones argumentativas, pues ya existe una corriente de opinión en las redes sociales que no coincide con sus dichos y que ya mostró el nivel de malestar y de desacuerdo con los pobres resultados de la administración.