El mundo no estaba preparado para enfrentar la crisis sanitaria que se está viviendo ni para la crisis económica que la acompaña; las principales actividades económicas están paralizadas y el turismo, fundamentalmente, padece la peor crisis de la historia, en la que existen quiebras de importantes aerolíneas internacionales. El orden económico internacional reclama un cambio, pero bien a bien aún se desconoce como va a ser ese nuevo orden.
La crisis está evidenciando la existencia de una clase gobernante que no estaba preparada para enfrentar una crisis de la magnitud que se está viviendo, y la nación hasta ahora más poderosa está gobernada por un personaje que no se encuentra a la altura de las circunstancias. En México las cosas no están mejor. Se vive un proceso de segregación en el país, en donde se divide a la sociedad entre los aliados y seguidores del presidente y los que lo critican, que en automático se convierten en los enemigos del presidente.
Esta segmentación no permite puntos intermedios, como si todo fuera acomodado por las circunstancias. Y esto desata agresiones, enconos, pleitos y rupturas en una población que adolece de grandes problemas de formación y de cultura política, lo que implica que no prevalezcan los argumentos y sí las especulaciones, la información no verídica, los supuestos y las descalificaciones. En México hay además una crisis de líderes de comunicación, que las circunstancias políticas los tienen minados; unos por ser panegiristas del gobierno y otros acusados de ser conservadores o pertenecer a la mafia del poder.
Las redes sociales se convirtieron en un importante mecanismo difusor de ideas, la mayoría de ellas falsas y sin sustento, que se llegó a pensar que sustituían a los medios de comunicación. Hoy, bajo las nuevas circunstancias de confinamiento, se puede comprobar que las redes sociales están inundadas por bot, que reproducen por computadoras mensajes que se convierten en tendencias e inducen a la opinión pública. Esto obliga a la reflexión de que no se puede dejar en manos de las redes sociales la construcción de la cultura política de las personas, pues la información que se consumen en las redes presenta dificultades para determinar su veracidad y mucha de esa información induce a la manipulación. Además de que las redes sociales se convirtió también en el espacio más recurrido por los políticos para posicionar la imagen o minar y destruir con notas falsas a rivales y enemigos.
Es frecuente encontrar en las redes sociales esta reproducción de los segmentos políticos que se están construyendo en el país y son recurrentes las disputas y agresiones hacia puntos de vista que proclaman la diversidad de ideas. En el que se está perdiendo la capacidad de comunicación. Por eso las redes sociales no pueden sustituir a los medios tradicionales, que están sujetos a un marco normativo y expuestos al derecho a la réplica y a la demanda por daños al honor.
La segmentación política en los dos grupos que se viene construyendo no ayuda en nada a superar los problemas que se avecinan cuando termine la contingencia sanitaria. En donde el nivel de ruina en el país va a afectar no solo las condiciones económicas sino también lo político, lo cultural, lo moral y lo familiar. La sociedad no está educada para enfrentar la crisis que se avecina, en donde se mantiene una baja calidad de vida democrática, unos niveles de violencia muy altos, con una fuerte presencia de la delincuencia organizada, que ya construyó un nivel de Estado dentro del Estado nación, que además subordina a la clase política.
Ante esta situación se vuelve imprescindible pensar en el futuro, que se prevé más incierto que nunca.
Los cambios por la crisis sanitaria
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