¿Continuidad o transformación?

Editorial
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Después de doce años de gobiernos desafortunados se esperaba que con Rutilio Escandón se integrara un gobierno para la transformación de Chiapas. Sin embargo, lo que debía ser un gobierno democrático, que empoderara a los ciudadanos, que fortaleciera la transparencia y que mejorara la eficacia en el funcionamiento del gobierno, está muy lejos de cumplirse. Son 18 meses transcurridos de esta administración, y más que gobierno de transformación, lo que se observa es la continuidad de las mismas prácticas políticas de los gobiernos que dañaron a la entidad, y con su actuación como gobierno, están traicionando a la confianza de los electores, que confiaron en que iban a ser un gobierno diferente y hasta ahora han quedado a deber.

La crisis sanitaria que se está padeciendo y la crisis económica que la acompaña, debiera de despertar el interés o la preocupación del gobernador por construir  un gobierno diferente, pero ahora se está viviendo el mismo show mediático que hubiera montado Manuel Velasco o Juan Sabines y las mismas práctica de ocultar información, en el que se anuncia de que hay capacidad hospitalaria en la entidad, pero cuando los infectados acuden a las clínicas Covid no los reciben y los regresan a su casa en donde muchos terminan falleciendo.

El gobernador dejó en las manos del secretario de salud el manejo de la pandemia, pero este personaje no tuvo el liderazgo ni el reconocimiento de los distintos grupos de médicos, que lo vieron falto de conocimiento y de seriedad, lo que dejaba entrever graves riesgos en el control de la pandemia y más porque no hubo la coordinación adecuada entre los tres ámbitos de gobierno y eso ocasionó una disparidad en las cifras en los reportes diarios, en el que se señaló que las cantidades de contagios y muertes se maquillaban.

La peor crisis en la historia de Chiapas, le tocó enfrentarla al peor grupo de funcionarios que haya existido en la entidad, y eso que la historia de Chiapas está llena de malos gobiernos, pero el caso de esta administración resulta exagerado, en donde la cabeza más brillante del gabinete es la del secretario de salud, quien durante días fue objeto de burlas en los medios nacionales por sus desatinos, que en cualquier otra circunstancia ameritaba el despido, pero aquí en Chiapas el gobernador no se da cuenta de los yerros y considera de que todo está muy bien, lo que implica que desde la perspectiva del gobernador no se requieren de cambios en el gabinete ni en las estrategias de gobierno.

Los daños ocasionados por la pandemia son irreparables y la mayoría de los hogares de Chiapas han sufrido la pérdida de familiares, de amigos, vecinos o conocidos, pero eso no tiene importancia para el gobernador, que disfruta las mieles de poder haciendo comerciales y ensayando sus movimientos de gesticulación, similares a los movimientos de los niños de la primaria que al recitar mueven los brazos sin guardar sintonía alguna.