En Chiapas la cultura política se construye a través del discurso sobre la invención de la conspiración. Así fue desde mediados del siglo XIX, en que el grupo político de San Cristóbal de Las Casas conspiraban con el fin de derrocar a los gobiernos liberales y esa práctica continuó en el siglo XX, en que los mismos grupos coletos de San Cristóbal conspiraban para buscar que la capital de Chiapas retornara a su ciudad, después de que Emilio Rabasa estableciera la capital del Estado en Tuxtla Gutiérrez.
La cultura de la conspiración continuó con los gobiernos posrevolucionarios, en donde los agraristas conspiraban en contra del gobierno de los “Mapaches” y luego los mapaches conspiraron en contra de los agraristas. En el Chiapas moderno los sabinistas conspiraban en contra de don Salomón González Blanco y después de la rebelión zapatista, del 1 de enero de 1994, grupos cercanos a la pastoral de la Iglesia conspiraron en contra del ascenso al gobierno de Eduardo Robledo.
Dentro de esa cultura política de la conspiración, surgió la bandera del interinato. Entre 1976 y 1982, Chiapas tuvo tres gobernadores. En 1982 fue designado gobernador el Gral. Absalón Castellanos y en distintos momentos de su período de gobierno se especulaba que caía y vendría un interinato. Con Patrocino González, que se caracterizó por una concentración autoritaria del poder, su gobierno terminó con dos interinatos. Eduardo Robledo Rincón sólo duró 60 días en el poder y le sucedieron dos gobiernos interinos. Pablo Salazar duró los seis años del gobierno, pero también se especuló con un gobierno interino, sobre todo cuando Santiago Creel se perfilaba como el candidato de Fox a la presidencia y en la prensa nacional se llegó a manejar el nombre de Pablo Salazar como secretario de gobernación.
El gobierno de Juan Sabines Guerrero no fue la excepción, también fue insistente el rumor del interinato. En sus delirios y ambiciones este personaje se promovía como posible secretario de desarrollo social, y ya en plena locura, el gobernador Sabines llegó a pensar que podía ser candidato del PRD a la presidencia de la república. Con Manuel Velasco siempre se habló de la posibilidad del interinato, pues sus intereses siempre estuvieron en la Ciudad de México, y en las condiciones absurdas del poder en Chiapas, después de tener un gobernador encargado por una semana, Manuel Velasco regresó como gobernador interino de sí mismo.
La cultura política de la conspiración y del interinato está presente en el análisis especulativo sobre el actual gobierno, que en los 18 meses de gestión se han presentado diversos conflictos que ponen en evidencia la ausencia de manejo político, pero para ocultar esa deficiencia, se suele filtrar el mensaje de la conspiración y se ha menciona la posibilidad de un interinato, ignorando que la Constitución de la entidad señala nuevas elecciones.
En este momento el discurso de la conspiración está presente, debido al accidente que sufriera Zoé Roblero, a quien se le quiere ver fuera del proceso sucesorio, incluso en la ausencia de análisis se mencionan nombres en el que se especula promueve el linchamiento mediático.
Sin duda, la cultura de la conspiración es nociva y evidencia la falta de visión de proyecto en la entidad. Hay quienes insisten en crear especulaciones; pero los interinatos han sido de lo más dañino para el Estado, pues daña la legitimidad, y debilita la vida institucional, pero además, porque han terminado constituyendo una legión de nuevos ricos que sangran el presupuesto de Chiapas.
El discurso de la conspiración
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