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La realidad fantasiosa de los gobernadores de Chiapas

Editorial
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Los últimos gobernadores de Chiapas perdieron el sentido de la realidad y construyeron una visión de una realidad inexistente, en el que sentían y expresaban que todo iba bien y que estaban realizando profundas transformaciones y mejoras de la vida pública en la en-tidad, situación que era lo contrario, prevalecía un desorden social y un desastre guber-namental.

Por ejemplo Juan Sabines vivió un mundo fantasioso; inventó la historia del Biodisel y estaba convencido que Chiapas sería una potencia en energías alternativas y que con esa producción se alcanzaría el progreso. Destinó miles de millones para la siembra de la ja-tropha curca o piñón y hasta instaló en Tapachula una planta generadora de Biodisel y en su megalomanía, organizó eventos como el del primer vuelo de Interjet con Biodisel, ins-taló las estaciones expendedoras de este combustible y en medio de su delirio buscó em-baucar al Secretario General de la ONU, que Chiapas era un importante productor de Biodisel.

Manuel Velasco también vivió en una burbuja que le impedía ver que su gobierno era un conjunto de banalidades, de corrupción y despilfarros, pero él siempre estuvo conven-cido que el pueblo de Chiapas lo quería y así lo vivía en los eventos que le organizaban, en donde la gente llegaba porque les pagaban y les regalaban despensas.

En los eventos que le organizaban a Manuel Velasco Rutilio Escandón lo acompañaba y participaba en el culto a la personalidad, y el que era presidente del tribunal de justicia le aplaudía a su gobernador y le rendía tributo sin recato alguno. Rutilio Escandón vivió muy de cerca el engaño que se hacía con el poder y de la mano de Velasco Coello apren-dió a caminar sin tocar el suelo.

Por eso no debe de sorprender la fase extrema de descomposición del poder que hay en estos momento en Chiapas, que pese a las graves crisis que hay en distintas dimensiones; la sanitaria, la económica, la social, la ausencia de gobierno y la crisis alimentaria que se avecina por la falta de apoyo a los productores y por las indecisiones políticas, Rutilio Es-candón está convencido que está haciendo un extraordinario gobierno, que las cosas se están haciendo muy bien, que la crisis sanitaria está bajo control, que en Chiapas ya dis-minuyeron los contagios y fallecimientos, aunque en el mundo real los muertos en la en-tidad por la pandemia se cuenta por miles, y los enfermos ya no acuden a las clínicas ni a los hospitales públicos, y se automedican con ivermectina y con azitromicina.

En el paroxismo de poder que lo embriaga, Rutilio Escandón habla un día de la paz, cuando la violencia en Aldama y Chenalhó está incontenible, y luego en otro día presume de los éxitos de la mesa de seguridad en el que le informan mentiras, pero le hacen creer que la delincuencia está disminuyendo y que Chiapas es un Estado seguro; para confir-mar los datos le muestran que esa información proviene de los informes del Sistema na-cional de Seguridad Pública, pero ocultan que es la propia fiscalía la que reporta al siste-ma esos datos. De igual manera habla del combate a la corrupción, cuando su círculo cer-cano, que lo acompaña desde que era presidente del tribunal de justicia, no soportarían una investigación de enriquecimiento inexplicable y de lavado de dinero.

En la pérdida de sentido de la realidad, Rutilio Escandón cree que su mejor funciona-rio es el fiscal general, que viene cometiendo un conjunto de violaciones a derechos hu-manos, en el que nadie está a salvo, fabrica pruebas, inculpa a inocentes y hace de la tor-tura el mejor instrumento de investigación policíaca.

Esta pérdida de sentido de la realidad es muy peligrosa y ha sido muy dañina para Chiapas, estos tipos de gobierno terminan con un gran desprestigio y con deseos en la población por ver a sus políticos en la cárcel. La auto-profecía ya está escrita solo falta esperar el final del sexenio.