La nueva normalidad en Chiapas

Editorial
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El gobernador Rutilio Escandón ha repetido tantas veces la misma mentira sobre la crisis sanitaria en la entidad, que está convencido que esa mentira se convirtió en una verdad. No es cierto que el contagio en Chiapas esté bajo control. No es cierto que el número de fallecimientos esté a la baja. No es cierto que se haya diseñado una política de salud exitosa en el control de la verdad. No es cierto que las cínicas de salud se hayan abastecido de medicamentos y que los médicos hayan tenido el apoyo que se requería para atender con eficacia esta pandemia.

El gobernador de manera irresponsable cree que el combate al virus Covid 19 se hace por decreto, pero la historia de los contagios en Chiapas es muy distinta. Lo que aquí se hizo es falsear los reportes médicos, en donde solo se reportaban los contagios y los falle-cimientos en las clínicas dependientes del sector salud en el Estado, y se excluyeron los datos del IMSS y del ISSSTE, por eso no coinciden los datos que Chiapas reporta con los reportes nacionales del sector salud.

Además fueron recurrente las denuncias de cientos de enfermos que acudieron a las clínicas Covid sin que hayan sido atendidos y se les regresaba a casa; el argumento que se manejaba es que las clínicas eran para pacientes graves, pero muchos de esos pacientes que no fueron atendidos terminaron falleciendo en su casa. Inclusive está documentado el fallecimiento de personas afuera de las clínicas a quienes se les negó el ingreso hospitalario.

Mientras tanto, con la autorización del gobernador, se crearon en el ISSTECH, áreas especiales de atención para funcionarios públicos, familiares del gobernador y a recomen-dados políticos, estableciendo con ello una política discriminatoria en la atención de los servicios de salud y violando con ello el artículo 1º de la Constitución.

En los momentos más agudos del contagio, las clínicas Covid tenían disponibilidad de camas porque no se recibían a enfermos y luego, cuando se corrió el rumor de que los hospitalizados en esas clínicas fallecían, las personas decidieron automedicarse y se negaban a acudir a los hospitales públicos. Fueron miles de personas en la entidad que acudieron a médicos particulares para ser atendidos de la enfermedad y se popularizó el uso de la Ivermectina y la Azitromicina. Todas estas personas contagiadas que fueron atendidas por médicos particulares no aparecen en las estadísticas oficiales, como tampoco aparecen en las estadísticas los centenares de fallecidos en los hogares.

La disminución del contagio y de fallecimientos en las cifras oficiales en Chiapas fue ordenado por decreto, lo que produjo que las mentiras se oficializaron y se terminó institucionalizando el engaño. Por eso ahora que se anuncia el retorno de las clases de más de un millón de estudiantes en Chiapas, la alarma se encendió y algunos padres empiezan a señalar que prefieren que sus hijos pierdan el ciclo escolar a que se contagien con el re-brote de la enfermedad.

Los gobernantes suelen mentir de manera reiterada a la ciudadanía, pero hay mentiras que tienen consecuencias y afectaciones en el derecho a la vida, eso resulta imperdonable. De allí que la nueva normalidad en Chiapas, en la que se presume que la pandemia está bajo control, es un logro imaginario de un gobierno que no tiene resultados.