El gobierno de Rutilio Escandón está metido en una severa crisis de credibilidad, de transparencia, de gobernabilidad, de desconfianza a las acciones en contra de la crisis sanitaria y de inseguridad pública, pero no parece advertir la magnitud de esta crisis y mucho me-nos las posibles consecuencias de la inacción política que caracteriza a esta administración, y ahora, en lugar de apostar a un funcionamiento eficaz de la administración pública se promueven linchamientos y se filtran situaciones de conspiraciones y supuestos ataques desestabilizadores en contra del gobernador.
En México la cultura política se ha desarrollado a través de la invención de enemigos. Eso es lo que viene sucediendo en Chiapas, en donde resulta más fácil inventar enemigos e imaginar conspiraciones políticas que reconocer los yerros que a diario se cometen por las autoridades y que son la causa central de las protestas y la ingobernabilidad que se viene padeciendo.
Los principales problemas de la administración de Escandón Cadenas no se debe a los que considera sus enemigos encubiertos sino a la ausencia de gabinete, la falta de proyectos y el descuido en el manejo de una agenda política. A esto se le agrega el desconocimiento que se tiene de la multiplicidad de problemas en la entidad, en el que se entrelazan problemas estructurales, como el de la pobreza, con problemas históricos, como el fracaso y desinterés de la clase política para modificar la estructura social en Chiapas, anclada en el pasado, con problemas coyunturales provocados por la distribución y manejo del presupuesto, que es la causa de los conflictos en Bochil, Simojovel, El Bosque y San Juan Chamula.
Hay que decirlo, el discurso de la confabulación es una distracción creada desde el palacio de gobierno, con el fin de ocultar su propia ineficacia e inventar enemigos para así justificar los ataques mediáticos hacia otros actores de la entidad, con la colaboración de la prensa y el manejo de las redes sociales, que reproducen los boletines y las consignas del palacio de gobierno.
La gobernabilidad en Chiapas está prendida con alfileres y no se observan visos que la situación mejore, simple y sencillamente debido a que no existe una agenda política en el gobierno y porque no existen programas y proyectos de inversión, fuera de los anunciados por el gobierno federal, lo que le resta a esta administración posibilidades de acuerdos y rumbo político, lo que realmente le impide impulsar los cambios que se requieren y pro-mover en los hechos la cacareada transformación que se convirtió en un discurso de ilusión sin resultados.
Los malos manejos políticos y económicos en la entidad tienen colapsado el funcionamiento de la administración, lo que provoca que se agudicen los problemas y se corre el riesgo del surgimiento de mayor violencia en varias comunidades, en donde el responsable directo sería el gobernador con su secretario de gobierno y el fiscal del Estado.
No hay gobierno
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