El que camina sin tocar el piso

Editorial
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El gobierno de Rutilio Escandón necesita oxigenarse urgentemente. A su agobio financiero, la pandemia y crisis de gobernabilidad, se sumaron otros problemas, la inseguridad, la opacidad y la falta de credibilidad, situación que complica en demasía las posibilidades del gobernador, para dar respuesta a las demandas y necesidades de la población chiapaneca.

Chiapas, de años atrás, viene arrastrando muchos problemas de gobernabilidad, que se acentuaron en la actual administración debido a la inacción política que prevalece en las oficinas públicas. Lo delicado de esta situación, es que una mal empleada política de austeridad, viene generando violencia en muchas comunidades, lo que ha provocado enfrentamientos con muertos y heridos, desplazamientos forzados, asesinatos extrajudiciales de defensores de derechos humanos y todo un clima de inseguridad, que hace poco recomendable el tránsito nocturno en las carreteras, sin  que haya una mínima respuesta gubernamental de mejora de las condiciones de bienestar, lo que significa que los problemas de violencia y de inseguridad continuarán a la alza.

¿Cómo hacer frente a esta difícil situación? Uno, a través de un manejo diferente de una política eficaz y, otra, con la aplicación irrestricta de la ley; lo que permitiría construir nuevos acuerdos políticos y sancionar conductas y delitos que hoy, por los niveles de impunidad, están siendo permitidas.

De continuar con esta dinámica de problemas de gobernabilidad, dificultades económicas con inseguridad, todo estará perdido para Chiapas, pues las actividades productivas sufren una terrible parálisis, que cada vez hace menos rentable la producción agrícola y se corre el riesgo que el campo se quede sin condiciones posibles para su reactivación. Por eso Chiapas requiere urgentemente de oxigeno y una cirugía mayor. Pero el gobernador no percibe esta situación y tiene puesta la mirada en otro punto de la realidad y permanece convencido que viene realizando un buen gobierno, aunque no hay ninguna obra relevante para presumir y ya se realizó un gasto superior a los 150 mil millones de pesos del presupuesto sin resultado alguno. Esto significa que probablemente el gobernador no es-cucha a nadie y menos a quienes le pueden comentar los graves problemas que hay en Chiapas.

Bajo estas circunstancias el futuro inmediato es poco halagüeño para Chiapas, sobre todo porque existe una combinación fatal de violencia, inseguridad, desempleo, pobreza, inacción política y una delincuencia organizada que cada vez se posiciona más en distintos territorios de la entidad, en donde los cuerpos policiales se le subordinan e incluso colaboran con ella a la vista de la población. Todo esto viene prefigurando un escenario difícil para Chiapas que hace prever un nuevo estallido social, sin que esto genere la mínima preocupación del gobernador, que como los anteriores gobernadores ya aprendió a caminar sin tocar el piso.