Un problema generalizado en Chiapas es la ausencia de visión de futuro. Esta situación prevalece en el ciudadano común como en lo que se considera la clase política, por eso pareciera que el futuro es solo el pasado que se repite una y otra vez, en el que se mantienen hasta nuestros días formas coloniales en el ejercicio del poder.
La crisis sanitaria acompañada por la crisis económica que se está viviendo, debiera de obligar al gobernador a pensar en el futuro que quiere para la población chiapaneca, por que él continúa en la búsqueda del reconocimiento, sin darse cuenta de la magnitud del problema que se le viene encima. Lo preocupante es que Rutilio Escandón no se ocupa de los problemas que se avecinan y los funcionarios que lo acompañan tienen un mayor des-conocimiento del que muestra el propio gobernador.
Bajo estas circunstancias, en el que no existe la intención de construir escenarios para el futuro, la situación para la entidad es todavía peor de lo imaginable, en virtud de que se prevé una caída de la tasa de crecimiento superior al - 8%, lo que implica una mayor pobreza y un mayor desempleo. A esto hay que agregar una caída de la producción del maíz, por la falta de apoyos, que pone en riesgo la soberanía alimentaria de miles de comunidades chiapanecas.
La reflexión y análisis para la redefinición de un nuevo Chiapas no está en el actual gobierno, que continúa con los mismos criterios presupuestales que los heredados del gobierno de Manuel Velasco. La integración del presupuesto se continúa realizando mecánicamente siguiendo el patrón con el que se realizó en los últimos años. Ni en eso ha mostrado imaginación el gobierno de Rutilio Escandón, en donde se evidencia la ausencia de prioridades y obviamente de proyectos de desarrollo.
Es incongruente e indefendible que en el presupuesto de egresos del año 2020 se le haya asignado más presupuesto a la fiscalía general -1 359 millones de pesos-, que a la secretaría de agricultura y ganadería –que tiene 336 millones de pesos-. Asimismo que se le asigne mayor presupuesto al DIF -1 129 millones de pesos-, que a la propia secretaría de bienestar que tiene 109 millones de pesos o que la secretaría de seguridad tenga un pre-supuesto de 2, 448 millones de pesos y que la secretaría de obras tenga 1 966 millones de pesos.
La falta de apoyos al campo se comprueba cuando se compara el ejercicio del 2018, último de Velasco Coello, donde se le asignó a esta secretaría un presupuesto de 976 millones de pesos, más 80 millones de pesos para la secretaría de pesca. El ejercicio de ambas secretarías representa 300% más de recursos que los asignados a la hoy secretaría de agricultura, ganadería y pesca.
Estas asignaciones presupuestales son las que debiera de discutir el Congreso Local y aprobar una distribución más racional, en donde los recursos se asignen con una visión estratégica, que permita prever las consecuencias y afectaciones de la crisis sanitaria, así como de la crisis económica, que va a ser devastadora.
No hay visión de futuro
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