Chiapas la imagen del caos

Editorial
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En Chiapas hay una realidad insoslayable: la operación política no está funcionando y no funciona porque hay una falta de talento en los funcionarios, que actúan a partir de sus intereses personales y no a partir de una visión de Estado, de la preocupación real por mejorar las condiciones de gobernabilidad y atender las demandas de la población, sin que esto conlleve a un beneficio electoral o a construir redes de complicidad para la obtención del voto, como en realidad sucede en la secretaría de gobierno y en la fiscalía del Estado.

En este sentido ni el gobernador ni ninguno de los secretarios del gabinete trabaja en la construcción de políticas públicas, que busquen el bienestar de la población en Chiapas. Rutilio Escandón en tan solo 23 meses de su gestión, ya demostró con creces que a Chiapas le puede ir todavía peor que en los gobiernos anteriores, pues carece de proyectos, no tiene idea de cual es el papel del Estado, carece de colaboradores, evidencia su falta de conocimientos jurídicos, promueve la corrupción con mayor vehemencia que en los tiempos del PRI y continúa sin asumir compromisos y tomar las decisiones claves  para ende-rezar el barco que se encuentra anegado y con ello prácticamente renunció a las responsabilidades constitucionales que implican gobernar.

Diferentes voces le han pedido al gobernador que defina y elabore una política pública que contrarreste la crisis sanitaria y la crisis económica que se avecina. Pero él se mantiene inalterable, no entiende de razones y reproduce la misma práctica de desprecio a Chiapas que sus antecesores, que hicieron de la creencia de que “en Chiapas no pasa nada”, su principal arte de desgobierno sin responsabilidades, a punto tal que Juan Sabines y Manuel Velasco gozan del premio y la protección de la presidencia de la república. Pero nada asegura que Rutilio Escandón corra con la misma suerte. Sobre todo porque las muertes por la violencia política y el rencor social señalan que en Chiapas todos los días pasan cosas, y los conflictos están a flor de piel, como se puede observar en Chenalhó, en San Juan Chamula, en Tila, en Chilón, en Oxchuc y en El Bosque.

El gobierno de Rutilio Escandón montó una farsa en torno a la información que se vierte a diario en boletines por el sector salud, pero esta farsa no es una inocentada, sino una irresponsabilidad que tiene consecuencias graves en la salud y la vida de la población, que por los falsos informes oficiales que señalan que los contagios disminuyeron y el número de fallecidos también, provoca que se relajen las medidas de seguridad y se expone a la población a los riesgos de contagio en el retorno a la nueva normalidad, sobre todo por el repunte de la pandemia.

El gobernador no lo percibe, por la corte de aduladores que lo acompañan, pero Chiapas está convertido en la viva imagen del caos.