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No equivocarse en el 2018

Editorial
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La protesta generada por el incremento de los combustibles, está poniendo en la mesa de la discusión la importancia del voto en la selección de las autoridades y representantes populares y obviamente se convoca a no equivocarse en las próximas elecciones.

 

Esta visión, parte de un espíritu esperanzador, que se sustenta en la idea en que a través del voto se puede cambiar el curso de la historia del país. Situación que la historia  demostró que esa idea no es tan cierta. En las elecciones del 2000 se votó por un cambio y el PRI por primera ocasión perdió las elecciones presidenciales, pero ese cambio que se convocaba nunca llegó con el gobierno de Vicente Fox y menos con el gobierno de Pablo Salazar quien ganó las elecciones en Chiapas.

A mediados de los años 90 –como producto de la crisis de diciembre del año de 1994-, se pensaba que nadie podía gobernar peor que el PRI; pero después de 12 años de gobierno de alternancia, esa opinión empezó a cambiar, el PAN gobernaba peor y eso condujo a que en las elecciones del 2012 el PRI recuperara la presidencia de la república.

Lo peor de los gobiernos del PAN -Vicente Fox y Felipe Calderón-, es que no desmantelaron el régimen político autoritario instituido en el país y gobernaron sobre la misma estructura y condiciones con lo que lo hacía el PRI. Dicho en otros términos, no fueron modificadas las atribuciones supraconstitucionales que tiene el presidente, que es lo que impide la división de poderes y que haya una subordinación de éstos al Poder Ejecutivo. 

La ilusión de cambiar el país a través del voto ya se ha vivido en otra ocasiones. En las elecciones de 1988, hubo una escisión del PRI y los integrantes de la corriente democratizadora –Cuauhtémoc Cárdenas, Porfirio Muñoz Ledo, Ifigenia Martínez y Hernández, entre otros más-, fueron expulsados de ese partido, y Cuauhtémoc Cárdenas terminó siendo candidato a la presidencia de la república de un frente de partidos, en donde se despertó la esperanza del cambio y sectores importantes de la población se entusiasmaron con la idea de que a través del voto se podía sacar al PRI de Los Pinos.

El proceso de 1988 fue la primera elección competitiva del México moderno y concluyó con un fraude electoral, que condujo a Carlos Salinas de Gortari a la presidencia del país.

La ilusión sobre la importancia del voto no disminuyó. En el 2000, el triunfo de Vicente Fox se logró bajo una campaña que convocaba al voto útil para derrotar al PRI y muchos grupos de la izquierda cayeron en ese juego y terminaron votando por el candidato del PAN. Los resultados de esa elección mostró que se puede derrotar al PRI pero eso no significa que con ello se va a transformar a este país.

Ahora nuevamente vuelve a resurgir la disyuntiva del voto, que se presenta como una ilusión del cambio. Sin duda, los riesgos de equivocarse en el 2018 son muy altos. Sin embargo hay que interrogarse si el voto se requiere para sacar de nuevo al PRI de Los Pinos o para cambiar el régimen político.

Lo primero ya se vivió y no sirvió de nada. Lo segundo nos enfrenta a una situación de un régimen que no termina de morir con un régimen que todavía no empieza a nacer.